Los galos que casi arrasaron Roma.
Imagen extraída de: https://www.catalunyavanguardista.com/vae-victis-y-el-saqueo-de-roma-por-los-galos/
Se trató de un incidente que tuvo Roma con los galos (Francia). Incidente que me pasó desapercibido y que vamos a explicar ahora yo, y a leer todos vosotros. Resulta que en el año 387, los romanos fueron puestos contra las cuerdas por las tribus galas, al norte del país. Atraídos por la posibilidad de nuevos terrenos y grandes pastos para los animales, empezaron a bajar hacia el sur de Italia. En ese momento, los romanos ni siquiera esperaban que los galos fueran a venir, así que los pillaron desprevenidos. Además, nunca habían visto a unos guerreros enormes, corriendo y gritando a pecho descubierto, lo que hizo que nuestros pobres romanos se cagaran de miedo. Evidentemente, las legiones romanas fueron destruidas y pronto cundió el pánico en la ciudad. El problema de los galos, los cuales podrían haber tomado la ciudad ese mismo día, es que, mientras la población corría de aquí para allá tratando de esconderse, los bárbaros se detenían saqueando, mangando todo lo que podían (los muy bribones) y celebrando cada muerte que habáin efectuado con muchos gritos y mucha fiesta loca. Mientras tanto, los romanos se reagruparon con todos los tesoros de la ciudad en la colina del Capitolio, encima amurallada. En la ciudad, allá abajo, solo quedaron los senadores y cónsules, sentados en el Senado esperando su muerte. Los galos entraron en la ciudad y vieron a los ancianos allí sentados, lo que aprovecharon para cargárselos e incendiar las casas vacías. Después de incendiar la ciudad, se dirigieron al Capitolio, donde estaba todo el mundo, sitiándola. Se cuenta que, de noche, los galos empezaron a escalar la ladera de la colina en completo silencio, como siervos del Exterminador. Y lo habrían conseguido de no ser por los gansos sagrados de Juno, los cuales empezaron a graznar, despertando a los soldados romanos, quienes vieron a los galos escalando la montaña y consiguieron quitárselos de en medio. Tras 7 meses de sitio y una peste rondando por ahí, los romanos pidieron que los galos se retiraran a cambio de darles 1.000 monedas de oro. Los galos aceptaron, hackeando la balanza con pesas falsas para evaluar la cantidad, aunque los romanos se cataron del engaño y protestaron. En esto que el caudillo galo Brenno pronunció una de esas frases (traducida al latín) que han marcado tendencia en la historia de Roma: Vae Victis = ¡Ay de los vencidos! mientras pronunciaba esto, arrojó su espada a la balanza para añadirla al peso. Esta frase en teoría se dice para hacer notar la impotencia del vencido sobre el vencedor.
Sin embargo, eso no es todo amigos. Mientras romanos y galos estaban aquí engorilados con el dinero, apareció el cónsul Camilo al frente de un ejército atacante, el cual aplastó a los galos y liberó a los romanos del inminente dominio galo. Hala, fin.
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