Introducción al arte del siglo XIX

        Tarde de domingo en la isla de la Grand Jatte, obra del postimpresionista Georges Seurat. Todo un icono del puntillismo. Más información sobre la pintura en el apartado correspondiente que veremos abajo.


Introducción y consideraciones sobre las fechas

Para empezar, hay que dejar claro que los distintos periodos, movimientos o estilos artísticos que se han venido sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad, no han empezado y terminado como se empieza y se termina una novela. Para hacer más fácil de seguir el rastro a la historia del arte, los historiadores han establecido una línea cronológica que dice que el siglo 18 empieza en 1700 y termina en 1799; pero estrictamente, no es así. En realidad, las etapas del arte se solapan, se superponen, igual que los inventos e hitos del progreso humano no son adquiridos al mismo tiempo en todas las partes del planeta. De esta manera, la Edad del Hierro no empezó simultáneamente en Europa, África o Asia, y mientras España estaba plagada de tribus ibéricas, en Roma había enormes avances tecnológicos; mientras la pólvora se inventaba en China en el siglo IX, en la Europa del año 800 se seguía combatiendo con espada y escudo; y así podríamos seguir con infinidad de ejemplos. En el caso que nos interesa hoy, ocurre una cosa similar. Mientras un movimiento artístico va cayendo en decadencia y posterior desuso, va surgiendo una nueva forma de ver, entender y crear arte, y se va abandonando poco a poco la moda anterior.


Contexto social y tecnológico

La sociedad del 1800 empezó a ver el arte de otra forma: ya no era algo exclusivo de los pijos con dinero, sino que cada vez era más fácil para la gente ''normal'' (en términos socioeconómicos) acercarse al mundillo artístico. Respecto a siglos anteriores, el nivel de vida mejoró y disminuyó bastante el analfabetismo (no se si se puede decir lo mismo hoy en día, pero bueno). Ya desde los tiempos de la Enciclopedia existía una gran demanda de arte y literatura; la cultura se pone de moda y, al igual que en el siglo anterior, todo el mundo quería estar a la última en cultura y artes. Los avances tecnológicos y científicos supusieron la aparición de la fotografía y el cine a finales del siglo XIX, nuevas formas de arte respecto a las ''artes mayores'', como se les llamaba a la arquitectura, pintura y escultura. Asimismo, surgen los nacionalismos, un factor de enorme impacto en la creación de identidades nacionales. El siglo XIX fue el punto de partida, para la mayoría de países, para la creación de una identidad propia, diferente del resto de potencias, al tiempo que los Estados fomentaban el sentimiento patriótico, la lucha por la nación y la exaltación de los valores propios del país.


Contexto artístico

En cuanto al arte, encontramos una revisión y recuperación del arte de épocas anteriores, pero esta vez ya no habrá tanto interés en el arte clásico y antiguo de culturas como la griega, romana o egipcia, sino que surge una mayor preocupación por la Edad Media y las culturas más allá de Europa, consideradas exóticas. En este sentido, se pondrá el foco en el arte africano, japonés o árabe.

Por otra parte, se produce una división entre el artista y su público: el primero ya no estará tan sujeto a los deseos de una mayoría exclusiva de personas y, por tanto, no se desarrollará un solo movimiento artístico hegemónico y predominante. Más bien al contrario, y es que van surgiendo varias tendencias artísticas a la vez y ninguna lidera el cotarro por encima del resto. El arte dejó de tener un solo lenguaje dictado por las academias y los gustos de los mecenas. La figura del artista, quien había iniciado un camino de reconocimiento y diferenciación del trabajo artesanal durante el Renacimiento, en el siglo XIX cobra más importancia; se convierte casi en una celebridad, un genio incomprendido. Los artistas dejarán de trabajar por encargo, como hacían los artesanos, y empezarán a crear arte de una forma más personal e independiente.

El último punto de este post es para todos aquellos "ismos" que nacen en este siglo, es decir, los diferentes movimientos artísticos que inician los nuevos senderos que recorrerá el arte en siglos posteriores.


Las nuevas formas de hacer arte

En primer lugar tenemos el Romanticismo (sí, eso que usaste con ella pero se fue con otro, lo siento amigo), un movimiento cultural (no solo artístico) originado en Inglaterra a finales del siglo XVIII y finalizado a mediados del siglo XIX. Surgió como reacción a los ideales de la Ilustración y el arte neoclásico. El Romanticismo se extendió rápidamente a disciplinas como la filosofía, el arte, la literatura, la música o la danza. El impacto que tuvo este movimiento en la sociedad de su tiempo fue mayor gracias al sentimiento nacionalista, ya que el siglo XIX fue el siglo del nacionalismo, durante el cual, los distintos países fueron construyendo su propia identidad, cultura e historia. La base fundamental del Romanticismo es el sentimiento (es el movimiento que más me gusta por cierto, yo es que soy muy de darle al corazón y tal); se busca anteponer la expresión de las emociones a la razón y los principios clasicistas de la Ilustración; también se busca representar la unión entre el ser humano y la naturaleza; se sustituyen las composiciones equilibradas y estables por las composiciones dinámicas; por último, se crean pinturas en las que los elementos atmosféricos envuelven la escena, mostrando al ser humano insignificante frente a la naturaleza. Algunas de estas características las podemos observar en obras importantísimas dentro del Romanticismo, tales como El carro de heno (fig. 1), El caminante sobre un mar de nubes (fig. 2), La Libertad guiando al pueblo (fig. 3) o La balsa de Medusa (fig. 4).

        Figura 1. El carro de heno, John Constable (1821), National Gallery de Londres. Imagen extraída de la web de la National Gallery. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 2. El caminante sobre un mar de nubes, Caspar David Friedrich (1818), Hamburger Kunsthalle (Hamburgo). Imagen extraída de la web del Kunsthalle. Puedes obtener más información en la web del museo.


        Figura 3. La Libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix (1830), Museo del Louvre. Imagen extraída de la web del Louvre. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 4. La balsa de Medusa, Théodore Géricault (1819), Museo del Louvre. Imagen extraída de la web del Louvre. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


El segundo movimiento a comentar es el Realismo. Este empezó, aproximadamente, en 1840, cuando el Romanticismo enfilaba su última década como movimiento de moda. El Realismo, por su parte, abarcó desde 1840-1880. Ojo cuidado, no lo toméis literal y digáis ''¿Realismo? eso es que una pintura es muy real''. No, es justo lo contrario, de hecho, artistas como Honoré Daumier van a deformar la realidad, más preocupados por el contenido que por la forma. De la misma manera que el Romanticismo surgió como reacción al arte estricto y académico, el Realismo nació como reacción al Romanticismo. Ya no interesaba tanto la fantasía y el paisaje natural ficticio de los románticos; los pintores realistas se centraban en el ahora, la actualidad, asumiendo un compromiso social y político con la realidad de su tiempo. En resumidas cuentas, el Rey Arturo y los dioses romanos fueron sustituidos por campesinos e indigentes. Se retrataba una realidad dura, tal cual era, con gente trabajando el campo o muriéndose de frío en las calles, empapados y descalzos. Algunas de las obras más importantes del Realismo fueron El Ángelus (fig. 5) o Los rompe piedras (fig. 6).

        Figura 5. El Ángelus, Jean-François Millet (1857-1859), Museo de Orsay. Imagen extraída de la web del Museo de Orsay. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 6. Los rompe piedras, Gustave Courbet (1849-1850), obra destruida en el bombardeo de Dresde en 1945. Imagen extraída de la web Wikipedia.


El Impresionismo se desarrolló en las postrimerías del siglo, empezando alrededor de 1875. Este movimiento se convirtió en el polo opuesto del Realismo: si el segundo trataba temas sociales, el primero se basaba en las apariencias, en las impresiones que causan los colores en el espectador. Para el Impresionismo, todo debe partir de aquello que vemos, aquello que percibe nuestra mirada sin meditarlo antes ni preparar nada en el estudio. Se trataba de una pintura sensitiva, un ''aquí te pillo, aquí te mato''. Es como coger el lienzo y un pincel y salir a pintar al monte. No es de extrañar que el Impresionismo sea considerado el antepasado lejano de la fotografía por este elemento de inmediatez, de capturar un momento de la vida en el lienzo de forma lo más rápida posible, sin elaborar bocetos o prepararse para pintar una escena en el estudio. Se representará mucho el paisaje natural utilizando tan solo el color, sin delinear los elementos ni crear formas dibujadas; esto quiere decir que el gran elemento creador de arte en el Impresionismo es el color, mezclando manchas de color que nuestros ojos combinan para dar forma a la escena impresionista. Algunas de las grandes obras impresionistas son Impresión, sol naciente (fig. 7) o La dama con abanicos (fig. 8).


        Figura 7. Impresión, sol naciente, Claude Monet (1872), Museo Marmottan Monet. Imagen extraída de la web del Museo Marmottan. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 8. La dama de los abanicos, Edouard Manet (1873), Museo de Orsay. Imagen extraída de la web del Museo de Orsay. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


*A partir de aquí, hacemos un inciso*

El Impresionismo fue creado por un grupo de artistas que luego se fueron separando, siguiendo cada uno su propio camino y abriendo nuevas vías para otras formas de hacer arte, todas ellas poniendo al color como el protagonista, a la manera del Impresionismo. En este subgrupo de impresionistas encontramos a los postimpresionistas y los neoimpresionistas.

El Postimpresionismo, al igual que muchísimos términos, fue acuñado tiempo después, cuando los artistas considerados postimpresionistas ya estaban muertos. A pesar de que la diferencia entre el Impresionismo, el Postimpresionismo y el Neoimpresionismo es muy sutil, existen ciertas diferencias o características apreciables en uno de los movimientos que no reconocemos en los otros dos. El grupo fundador del Postimpresionismo lo formaban los siguientes artistas: Paul Cézanne, Gauguin, Vincent Van Gogh y Georges Seurat. El Postimpresionismo se caracterizó por el uso de colores vivos, las pinceladas bien visibles y la presentación de temáticas basadas en la vida real. Los postimpresionistas intentaban imprimir una mayor carga emotiva, similar a cómo se hacía en el Romanticismo, pero con un uso más exagerado del color, además de presentar una visión más subjetiva del mundo.

Este estilo influirá enormemente en la aparición de los posteriores fauvismo y cubismo, pertenecientes al siglo XX. Para que nos hagamos una idea, de Van Gogh surgió el expresionismo; de Gauguin, el primitivismo; de Cézanne, el cubismo; y de Seurat, el fauvismo. Es por ello, que debemos mencionar algunas de las obras postimpresionistas más importantes, como La noche estrellada (fig. 9), Los jugadores de cartas (fig. 10), Arearea (fig. 11) o Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (fig. 12).


        Figura 9. La noche estrellada, Vincent Van Gogh (1889), Museum of Modern Art de Nueva York. Imagen extraída de la web del MoMA. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 10. Los jugadores de cartas, Paul Cézanne (1890-1895), Museo de Orsay. Imagen extraída de la web del Museo de Orsay. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.

        Figura 11. Arearea, Paul Gauguin (1892), Museo de Orsay. Imagen extraída de la web del Museo de Orsay. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 12. Tarde de domingo en la isla de la Grand Jatte, Georges Seurat (1884-1886), Instituto del arte de Chicago. Imagen extraída de la web del Instituto de Chicago. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


El Neo-Impresionismo también surgió en Francia a finales de siglo y se desarrolló durante estos últimos años y los primeros del siglo siguiente. Los fundadores del movimiento fueron el ya mencionado Georges Seurat y el crítico de arte Félix Fénéon, quien acuñó el término ''Neoimpresionismo'' en una de sus reseñas periodísticas. La técnica más utilizada por su creador, Seurat, que al mismo tiempo se convirtió en un icono de este movimiento, fue el puntillismo, consistente en crear la imagen a partir de miles de pequeños puntos de colores, mezclados e interpretados por los ojos del espectador, creando pinturas realmente creativas y originales.

Al morir prematuramente Seurat, Paul Signac le sucedió como líder y téorico del movimiento. Con el tiempo, a Signac se unieron otros artistas como Henri-Edmon Cross o Camille Pissarro. Los neoimpresionistas siguieron pintando temas de la vida moderna y paisajes naturales. El dibujo y las líneas vuelven a cobrar mayor importancia, destacando la presencia de elementos geométricos. Además, las obras vuelven a ser preparadas y realizadas en los estudios de los artistas. La combinación de colores complementarios y la representación del efecto que la luz ejercía sobre el color, también fueron importantes características de este movimiento. Entre las muchas obras neoimpresionistas realizadas, podemos destacar otras pinturas de Seurat, como Gravelines (fig. 13), además de pinturas de otros artistas, como Opus 217. Retrato de Félix Fénéon (fig. 14) o Jalais Hill, Pontoise (fig. 15).


        Figura 13. Gravelines, Georges Seurat (1890), Museo de l'Annonciade. Imagen extraída de la web Historia-Arte. Puedes obtener más información en la misma web.

        Figura 14. Opus 217. Retrato de Félix Fénéon, Paul Signac (1890), Museum of Modern Art de Nueva York. Imagen extraída de la web del MoMA. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


        Figura 15. Jalais Hill, Pontoise, Camille Pissarro (1867), Museum of Modern Art. Imagen extraída de la web del MoMA. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


Por último, el Historicismo fue otro gran movimiento artístico de este siglo, pero con una particularidad: estuvo vinculado a la arquitectura. Cuando hablamos de historicismo, hablamos de eclecticismo, es decir, una mezcla de estilos artísticos que, sumada a la aparición de nuevos materiales como el hierro forjado, el acero y el cristal, dotaban a los edificios y monumentos de la característica apariencia de edificio industrial y moderno. Por ejemplo, la Torre Eiffel (fig. 16) está hecha enteramente en hierro forjado. Es por ello que el historicismo también es conocido como arquitectura revival, ya que se trata de recuperar estilos anteriores y reconstruir edificios antiguos con los nuevos materiales, las nuevas soluciones de ingeniería y el nuevo gusto urbanístico; a veces, simplemente se construían edificios de nueva planta con estilos antiguos y materiales nuevos. En este amplio mundo de la arquitectura del siglo XIX fueron claves las labores de arquitectos como Viollet-le-Duc o John Ruskin. Pero eso es otra historia (que puedes leer en esta entrada).


        Figura 16. La Torre Eiffel, estructura de hierro pudelado construida por el ingeniero civil francés Gustave Eiffel para la Exposición Universal de París (1889). Imagen extraída de la web Wikipedia. Puedes obtener más información en la misma web.


Volviendo al eclecticismo, el historicismo recuperará estilos como el gótico, bizantino, románico, renacentista, barroco o islámico, dando lugar a toda una serie de ''neos'' para hacerlo todo más moderno. Así pues, encontramos edificios neogóticos como el palacio de Westminster (fig. 17); edificios neorrománicos como la catedral de Reggio Calabria (fig. 18); edificios neobarrocos como el palacio Alferaki (fig. 19); y edificios neoárabes como el Royal Pavilion (fig. 20). Y con esto damos por terminada la entrada de hoy. Hala, adiós.


        Figura 17. Palacio de Westminster, construido en estilo neogótico por los arquitectos Charles Barry y Augustus Pugin en 1865. Imagen extraída de la web Lovely Old Tree. Puedes obtener más información en la misma web.


        Figura 18. Catedral de Reggio Calabria, obra del ingeniero Carlo Umberto Angiolini (1928). Imagen extraída de la web Expedia. Puedes obtener más información en la misma web.


        Figura 19. Palacio Alferaki, construido por el arquitecto ruso Andrei Stackenschneider en 1848 en la ciudad de Taganrog. Imagen extraída de la web Live Journal. Puedes obtener más información en la misma web.


Webgrafía
  • Sobre las páginas web que he utilizado ya he ido dejando sus respectivos enlaces en los pies de foto o durante la narración de los hechos; me da una pereza tremenda ir de uno en uno citando cada web en esta sección, por lo que las fuentes las tenéis, aunque no estén citadas como Dios manda, cosa que me la viene a sudar un poco. Hala, hasta luego.

Bibliografía
  • Gombrich, E. H. (2008). La historia del arte (16ª ed.). Phaidon Press Limited.

  • Gil, R., Patuel, P. (2021). Arte del siglo XIX (1760-1910). Publicacions de la Universitat de València.

  • Mondadori Electa SpA. (2002). Architecture of the XIX century. Phaidon Press.

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