El enigma de la mirada: La joven de la perla


        La joven de la perla, obra de Johannes Vermeer, todo un icono de la cultura popular y del arte barroco. Más información en la misma imagen abajo. Imagen extraída de la web del Mauritshuis. Puedes obtener más información en la web del museo

Cuando hablamos de iconos de la historia del arte y la cultura popular, ¿en qué pensamos? probablemente nos venga a la mente una imagen de la Mona Lisa, o los retratos de Marilyn Monroe de Warhol, La Ola de Hokusai, La noche estrellada de Van Gogh o La joven de la perla..¿Verdad?

Durante mucho tiempo, la Gioconda (también llamada Mona Lisa), del italiano Leonardo Da Vinci, no tuvo rival en toda Europa. Fue pintada en 1503 y se postuló como el gran titán de los retratos durante muchísimo tiempo. La Gioconda no tuvo otra obra que le pudiera hacer sombra...hasta la llegada de un holandés: Johannes Vermeer, en el siglo XVII. El caso es que vino este señor, se sacó...la genialidad y pintó una de las obras de arte más conocidas de la historia. Todo un icono de la cultura popular. ¡Pum! in your face Mona Lisa. Pero, ¿por qué comparo la Mona con La joven de la perla? simplemente porque algunos historiadores del arte la consideran la ''Mona Lisa del norte''; y es que, si pones en Google ''Mona Lisa del norte'', te sale esta magnífica obra. Y yo estoy totalmente de acuerdo (salvando las distancias y enmarcando cada obra en su contexto histórico y la fecha en que fue pintada cada una, las técnicas empleadas, etc.) En fin, sin más dilación, vamos a conocer a Vermeer y su obra magna.


La época dorada de la pintura holandesa

Bueno, metámonos en materia. La joven de la perla fue pintada por Johannes Vermeer entre 1665 y 1667. Hoy en día podemos verla en el museo Mauritshuis (la Haya, Holanda). Pero antes de entrar en materia, veamos cómo era la situación de los Países Bajos en el siglo XVII, el llamado ''Siglo de Oro holandés''.

Los historiadores se refieren al siglo XVII holandés como la Edad de Oro, ya que entre los siglos XVI-XVII, Holanda y las provincias del norte de Países Bajos se independizaron del dominio español, dando lugar a la República de las Provincias Unidas. Esta autonomía política fue acompañada de un gran desarrollo comercial, colonial y económico, además de un florecimiento artístico sin parangón. Todo esto se tradujo, a través de las manifestaciones artísticas, en un profundo sentimiento de orgullo por la nación, una celebración del éxito y la identidad holandeses. El comercio fue el eje principal de la prosperidad holandesa, destacando la creación de la poderosa Compañía Holandesa de las Indias Orientales, la primera empresa multinacional que creó la primera bolsa de valores.

Para más información sobre la importancia del comercio holandés en la Europa del siglo XVII, tenéis este enlace a un artículo de la Revista de estudios económicos y empresariales, titulado ''El imperio comercial holandés en el siglo XVII''.

La Holanda de esta época era una ciudad situada en medio del conflicto religioso de la Contrarreforma: a diferencia de otros lugares, como España o Italia, en Holanda dominaban los ideales del calvinismo, lo que se traducía en un muy reducido número de pinturas religiosas. Los temas bíblicos se destinaban, sobre todo, al ámbito doméstico; el énfasis católico dio paso a la vida ordinaria tratada con realismo. La pintura holandesa del siglo XVII contaba con grandes artistas, influidos por Pieter Brueghel el Viejo y los artistas del Renacimiento del norte de Europa, como Jan van Eyck, Alberto Durero o El Bosco. Gracias a estos nombres, en Holanda se desarrollaron experiencias como los manieristas de Haarlem, los caravaggistas de Utrecht, el clasicismo holandés o la Escuela de Delft.

La pintura se centraba, casi exclusivamente, en los temas cotidianos, celebrando el orden y la moralidad del ámbito privado, con protagonistas tan ''insignificantes'' como lecheras, amas de casa, pintores en sus estudios o temas tan banales como lecciones de música o personas leyendo cartas. Ni grandes reyes, nobles, obispos, papas o el mismo Dios. Tan solo pinturas holandesas, hechas por holandeses para holandeses de a pie. Como resultado de tanta intimidad en el arte, las obras eran de pequeño tamaño, lo que las hacía más asequibles para todos los niveles sociales y destinadas a los hogares. Otro rasgo distintivo de la pintura de esta época, fue la proliferación de distintos géneros pictóricos; los artistas preferían los temas profanos cargados de alegorías morales y religiosas, pues creían que el éxito y la prosperidad holandesas eran un regalo de Dios. Asimismo, se pintaban desde paisajes naturales y urbanos, con molinos y animales que llenaban de belleza y armonía las escenas, hasta bodegones que conmemoraban a individuos concretos, su posición social y su papel en la comunidad. En este contexto de prosperidad artística y cultural, encontramos algunas de las más conocidas obras de la historia, pintadas por maestros como Rembrandt van Rijn (fig. 1), Fans Hals (fig. 2), Reinier de la Haye (fig. 3) o Jan van Goyen (fig. 4).

        Figura 1. La ronda de noche, Rembrandt van Rijn (1642), Rijksmuseum. Imagen obtenida del Rijksmusem. Puedes obtener más información en la web del museo.


        Figura 2. Regentes del hospital de Santa Elisabeth en Haarlem, Frans Hals (1638-1641), Frans Hals Museum. Imagen obtenida de la web Google Arts & Culture. Puedes obtener más información en la misma web.


        Figura 3. Retrato de un caballero, Reinier de la Haye (fecha desconocida), localización desconocida. Imagen extraída de la web Wikipedia.


        Figura 4. Paisaje con dos robles, Jan van Goyen (1641), Rijksmuseum. Imagen extraída de la web del Rijksmuseum. Puedes obtener más información en la web del mismo museo.


Todas estas pinturas eran representativas del orgullo que los ciudadanos holandeses sentían por su nación, y transmitían la lucha teológica entre protestantes y católicos que se libraba en los Países Bajos. Y es en este punto en que entran en juego Vermeer y su Joven de la perla.


Un género pictórico distinto

Estamos ante una pintura al óleo sobre lienzo que mide 46 centímetros de largo y 40 cm de alto (fig. 5). Esto quiere decir que es reducido tamaño, algo habitual en la tendencia artística de la época, como ya hemos descubierto arriba. También necesario comentar que esta pintura no es un retrato como tal; no es un retrato porque los retratos tenían como objetivo ser identificables, reconocibles...La joven de la perla es lo que se conoce como un tronie. Tronie en holandés significa rostro. El hecho que tronie signifique rostro enlaza directamente con otro hecho, y es que las pinturas holandesas de rostros o retratos de medio cuerpo se hicieron tan populares que dieron lugar a un género pictórico propio, exclusivo de los Países Bajos y desarrollado durante el Barroco, que, por si alguien no se ha enterado aún, es la época artística en que nos encontramos en este momento de la historia. El Barroco fue el periodo que se desarrolló entre los siglos XVII y parte del siglo XVIII (desde 1600-1750 aproximadamente).

        Figura 5. La joven de la perla, obra del pintor neerlandés Johannes Vermeer (1665-1667), Museo Mauritshuis. Imagen extraída de la web Meer. Puedes obtener más información en la misma web

Los tronies se caracterizaban por representar bustos o retratos de medio cuerpo como mucho. Al mismo tiempo, se trataba de cuadros de pequeño tamaño, utilizados por el artista para ''presumir'' de su pericia técnica y pincelada a través de las expresiones faciales y los pequeños detalles, lo que requería una gran destreza y experiencia por parte del pintor, por lo que un buen tronie constituía una excelente carta de presentación de cuán bueno era un artista en aquella época. Por norma general, en los tronies se representaban personajes anónimos, de ahí la diferencia con los retratos individualizados.


¿Quién es ella?

Por todo lo comentado anteriormente, La joven de la perla es (en principio) un cuadro anónimo, ''un estudio de cabeza y hombros con ropa exótica'', como comenta la historiadora del arte y actual directora del museo Van Gogh de Ámsterdam, Emilie Gordenker. Sin embargo, este cuadro no pudo escapar a las teorías que se han ido barajando con el paso de los años: algunos historiadores afirman que podría ser la hija mayor de Vermeer, quien tuvo hasta 10 hijos; otros académicos apuntan hacia la hija del comisario principal de Vermeer. Gordenker comenta la posibilidad de que alguien posara para Vermeer, aunque, ''al igual que Rubens, quien solía pintar figuras que se parecían a su esposa sin llegar a ser retrato fiel de la misma, es posible que la joven de Vermeer no se tratara de una persona específica, sino de alguien más general, atemporal y misterioso, tal vez una sibila o un personaje de la Biblia''. Hay incluso algunos que juegan con la posibilidad de que la retratada fuera la sirvienta preferida del pintor holandés, una muchacha llamada Griet. Tan interesante suena esta teoría, que dio forma a una novela y su posterior adaptación cinematográfica: hablamos de La joven de la perla, novela escrita por Tracy Chevalier en 1999, que llegó a las salas de cine en una adaptación del mismo nombre, protagonizada por grandes estrellas como Scarlett Johansson, Colin Firth o Cillian Murphy, del año 2003 (figs. 6 y 7).

Para más información sobre la investigación de Emilie Gordenker en este enlace.

        Figura 6. La joven de la perla, película dirigida por Peter Webber (2003). Imagen extraída de la web Filmaffinity.

        Figura 7. Fotograma de la película, con los personajes caracterizados por Scarlett Johansson y Colin Firth. Imagen extraída de la web Spinof. Puedes obtener más información en la misma web.


Análisis de La joven de la perla

La obra muestra a una joven que gira la cabeza hacia el espectador, ''rompiendo'' la cuarta pared. Aparece representada en primer plano, vestida a lo oriental, con ese turbante azul tan característico y un vestido marrón con camiseta blanca. El pelo está recogido en el mencionado turbante. La única ''joya'' visible es la perla que adorna la oreja izqueirda; y pongo entre comillas la palabra joya, porque según la misma Emilie Gordenker, desde un punto de vista práctico, el tamaño de la perla es inverosímil, ya que sería demasiado grande para ser usada en la realidad. Más que joya valiosa, sería una obra de bisutería de poco peso, utilizada para potenciar la atmósfera general de fantasía y misterio. Lo que sí es cierto, es que la perla actúa como punto de focal de la composición.

Por otra parte, la boca aparece ligeramente abierta, otorgando una sensación más natural a la postura de la chica, además de cierto realismo. Parece que está a punto de decir algo, pero ¿el qué? El fondo es un negro neutro, lo que hacer resaltar la figura, empapada en colores vivos como el ocre o el azul. El foco de luz se encuentra fuera del cuadro, aunque podemos imaginar cómo la luz entra por la izquierda e ilumina la figura, similar a cómo se hacía en el Barroco italiano de la época (fig. 8).

        Figura 8. La vocación de San Mateo, obra del italiano Caravaggio (1601), Iglesia de San Luis de los Franceses, Roma. Imagen extraída de la web Historia-Arte. Puedes obtener más información en la misma web.


El enigma de la boca

Para terminar, me gustaría hablar un poco sobre esto de la cuarta pared y el tema de la boca de la jovencita. Según los historiadores y sus manuales de historia del arte, Vermeer pintó a la joven con la boca abierta (fig. 9) para mostrar que se encuentra a punto de decir algo, dotando de mayor realismo a la composición. Yo, personalmente, estoy de acuerdo en parte. Como aficionado a la materia, considero que el hecho de abrir la boca ligeramente es un punto a favor para potenciar el naturalismo del cuadro, peeeero (¡alerta roja, alerta roja! es mi opinión, MI opinión, no vayáis a clavar mi cabeza en una pica como haría el psicópata de Joffrey Baratheon) no creo que la cuarta pared se rompa gracias al hecho de la boca. La interacción pintura/espectador se lleva a cabo mediante la mirada y la sutil torsión del cuello. Si utilizamos nuestra cabeza un poquito, llegaremos a la conclusión de que los instrumentos por excelencia para que un ser humano se comunique, son los ojos y el lenguaje, es decir, la boca. Quizás el pintor quería presentar a su enigmática figura como una persona extrovertida, que abre la boca para hablar mientras se la está pintando, cosa inusual debido al propio proceso de pintar un modelo vivo en el arte: el representado debía permanecer en completo estatismo, sin mover un solo músculo. Por eso, que Vermeer quiera presentar a la joven en acto de hablar, muestra que su modelo es dada a la conversación en cualquier situación. O eso, o simplemente pensó que la boca cerrada le daría un matiz de timidez al cuadro, mientras que la boca abierta otorgaba cierta gracia y encanto a la joven. También podría ser que todo esto no sea más que meras especulaciones y, en realidad, Vermeer vio a la joven con la boca entreabierta por que sí y le gustó cómo quedaba su rostro. Quién sabe señor Frodo, quién sabe.

        Figura 9. La famosa boca que cambia por completo el aura del personaje. Imagen extraída de la web Artsper Magazine. Puedes obtener más información en la misma web.



Webgrafía
  • Sobre las páginas web que he utilizado ya he ido dejando sus respectivos enlaces en los pies de foto o durante la narración de los hechos; me da una pereza tremenda ir de uno en uno citando cada web en esta sección, por lo que las fuentes las tenéis, aunque no estén citadas como Dios manda, cosa que me la viene a sudar un poco. Hala, hasta luego.

Bibliografía
  • Gombrich, E. H. (2008). La historia del arte (16ª ed.). Phaidon Press Limited.

  • Schütz, K. (2023). Vermeer: The complete works (40ª ed.). Taschen.

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