República romana: las reformas de los hermanos Graco
Imagen extraída de: https://www.historiasinpretensiones.com/2019/01/los-hermanos-graco-y-su-reformismo.html
Buenas a todos, amigos del arte. Seguimos una semana más aquí, en nuestro querido rincón del arte, hablando de la Antigua Roma. Seguimos la línea cronológica de acontecimientos de la República, bastantes años después de las Guerras Púnicas.
Las reformas de los hermanos Gracos fueron una serie de leyes, propuestas en los años 133, 123 y 122 a.C. Estos personajes eran Tiberio Sempronio Graco y su hermano Gayo. Tiberio nació en el 164 y murió en el 133 .C. Gayo nació en el 154 y murió en el 121. Eran hijos del general y estadista (relacionado con el Estado) Tiberio Sempronio Graco y de Cornelia, de la familia de los Escipiones. La cosa está tal que así: Publio Cornelio Escipión el Africano tuvo una hija, Cornelia, esta señora se casó con el primer Graco. Ellos dos tuvieron los hermanos protagonistas de esta historia. Sigamos. Los hermanos eran ambos tribunos de la plebe (portavoz del pueblo llano, velaba por su derechos), y elaboraron una serie de leyes para favorecer a la plebe urbana, ya que había una gran desigualdad entre patricios y plebeyos, algo que no es nuevo en la historia de Roma. También querían favoreces a la gente sin ciudadanía y, por último, a la orden ecuestre, una clase social que tenía serias diferencias con los senadores. Por tanto, los que salían perdiendo siempre eran los équites.
El problema viene cuando las leyes perjudicaban a la clase aristocrática, o sea, a los ricos, denominados ''optimates'', que además, formaban la mayoría en el Senado, y lo que dice el Senado iba a misa. Tú solo quédate con la idea de que cuando alto le toca las narices a los ricos, hay movida de la gorda. Llegados a este punto, se forman 2 bandos con intereses económicos y políticos distintos. Por un lado, estaban los Gracos, portavoces del pueblo, y su partido se llamaba ''populares''. Estos hermanos querían tratar los verdaderos problemas que soportaba la República, que ya estaba empezando a corromperse. Los tribunos de la plebe eran vistos como portavoces y contaban con el apoyo de jefes militares cuyos ejércitos estaban en la condición de ciudadanos pobres. Vamos, que a los Gracos los apoyaban los soldados pobres, no iban a ser todo generales de la clase noble. Las peticiones de los populares eran darle tierras a la plebe, darle tierras y asentamiento a los soldados, darle la ciudadanía a los latinos (¿te acuerdas de esos pobres infelices?) y a aquellos que no la tenían, y que los équites formaran parte de los tribunales que juzgaban delitos o abusos de los magistrados romanos. Los magistrados eran los funcionarios que hoy conocemos, es decir, cónsules, procónsules, pretores y todo eso.
Total, que el asunto le tocó las narices a los ricos y no hicieron otra cosa que arreglar el asunto a mamporros. Los optimates eran los ricos, tenían grandes intereses que defender, tanto políticos como económicos y claro, como eran unos locos, lo quisieron zanjar todo a base de puñaladas. Al primero que se cargaron fue a Tiberio, en el 133. El cónsul Escipión Nasica fue a saco a por los populares y reventaron a 200 de ellos. A Tiberio se lo cargaron a golpes y echaron su cuerpo al río, para evitar que fuera enterrado por los populares y fuera una especie de venerable. Las reformas agrarias fueron continuadas por Gayo. En el año 121 (cuando muere Gayo) el Senado autorizó al cónsul Lucio Opimio para cargarse al pobre tribuno de la plebe. Al final asesinaron a muchos populares y Gayo se acabó suicidando.
Y así es como concluye esta feliz historia de tantas felices historias que tuvo la Antigua Roma, la ciudad de la felicidad.



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