Todo sobre El Escorial: parte VII
Bueno, seguimos un día más con este monasterio, que la verdad es que se está alargando más de lo que me pensaba (en realidad no, pero así quedo como súper estupefacto y tal). Bien, llenadas las 3 líneas de intro como de costumbre, ahora sí que sí, de verdad, podemos seguir.
Palacio de los Austrias
De las salas capitulares pasamos al Palacio de los Austrias, dentro del mismo monasterio. Se trata de la residencia palacial, situada en un lugar privilegiado alrededor de la capilla mayor de la iglesia. Ocupa la parte de la cabecera de la iglesia. Podríamos decir que el palacio está en el mango de la parrilla que es el monasterio. Lo que más destaca aquí, es la gran sencillez de las habitaciones y la austeridad de los aposentos (es lo mismo que he dicho en la frase anterior, pero así quedamos más intelectuales), todo muy en consonancia con su creador, Felipe II. Cabe mencionar las habitaciones de la infanta Isabel Clara Eugenia, el Salón del Trono y el dormitorio de Felipe II. Como podremos ver, hay pocos muebles y algunos retratos, originales del siglo XVI, y otros que son representaciones modernas del mobiliario de la época. También encontramos un lienzo que representa a Felipe II muy viejo, próximo a su muerte, en 1594 obra de Juan Pantoja de la Cruz. El pavimento de las habitaciones es de ladrillo, mientras que las paredes están enlucidas en blanco, a excepción de un zócalo de 1 metro de alto, recubierto con azulejos de Talavera. Otra cosa muy interesante son las puertas de marquetería (madera tallada), ya que son originales y son otro de los elementoos de adorno de las estancias. Estas puertas fueron un regalo del emperador Maximiliano al rey Felipe II, y se sitúan en la recepción de embajadores y autoridades importantes. Las habitaciones se sitúan alrededor de un pequeño patio, llamado ''Patio de los Mascarones''. En los muros del patio hay una serie de mascarones, formando parte de las fuentes que bordean el mismo patio.
Palacio de los Borbones
Con la llegada de la dinastía borbónica, Felipe V y Fernando VI, los cuales tenían un gusto a la francesa, es decir, muy pijos, y esto se traduce en lujjo a saco. Por eso, prefirieron irse al Palacio de Aranjuez, La Granja y El Pardo, para su esparcimiento y reposo. Para ellos, el monasterio era demasiado austero para los reyes. Por otra parte Carlos III consigue, para el monasterio, un pequeño renacimiento, por que el monasterio ofrecía un emplazamiento que favorecía la caza y los paseos campestres. Para ello, modifica el primer piso del ala norte (aquí es donde está este palacio, ya que el otro es el mango de la parrilla) y dota de comodidad y lujo a las habitaciones. Estas nuevas habitaciones están adornadas con muebeles, relojes, lámparas de araña y, sobre todo, tapices. Los tapices son fabricados por la Real Fábrica de Santa Bárbara, aunque también se importan de Flandes, Francia e Italia. Los autores de algunos de estos tapices serán personas importantes, como Goya, Bayeu, Teniers o Wouerman. Para llegar al palacio, subimos por una escalera monumental, construida en tiempos de Carlos IV, de manos de Juan de Villanueva.
Museo de Arquitectura y Pintura
Para terminar, tenemos la Pinacoteca (museo de pinturas) de arte. Aquí se exponen obras de los pintores más importantes de los siglos 15, 16 y 17. Para que te hagas una idea, encontramos a El Bosco, Durero, Tiziano, Tintoretto, Velázquez, Rubens o El Greco, entre otros. Por otra parte, podemos ir al Museo de Arquitectura, donde se exponen herramientas y utensilios de la época, todos ellos utilizados para construir el monasterio.
Y ya está. Este viaje se termina aquí, amigos míos. Espero que hayáis disfrutado mucho leyendo y aprendiendo sobre este monasterio fantástico (aunque no tan fantástio como este cuerpo serrano que Dios me ha dado, pero casi). Un abrazo enorme y nos leemos en próximas publicaciones. Hasta la próxima y lavaos las manos guarrillos, que os pillara el Coronavirus por banda y os pondrá el culete bien fino.



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