El triunfo visual norteamericano. Casablanca.





Buenas tardes a todos (en realidad sería buenos mediodías). Espero que estemos todos bien y que nos esté yendo todo bien bacano. Hoy me he levantado con ganas de hablar de cine, aunque no tenía muy claro qué película iba a tocar esta vez. Iban pasando las horas hasta que, de repente, mi diminuta mente ha recibido una súbita epifanía, mis ojos se han iluminado de forma casi divina y, por fin, he sabido que debía hablar de Casablanca, película de Michael Curtiz, película amerciana, cine clásico, 1942 y, para mí, una de las mejores producciones de toda la historia del cine. Dicho esto, vamos al rico condumio.


La clave de por qué es tan buena, es algo sencillo de entender: Michael Curtiz es un pedazo de director, Humphrey Bogart es uno de los mayores actores de cine americano ''del de antes''; no olvidemos el ambiente que se respira en toda la película. No sabría muy bien cómo explicarlo, pero sería algo así como una mezcla entre decadencia y melancolía. Frases inolvidables como ''El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos'', o ''Tócala Sam'', refiriéndose a una canción que se te queda grabada a fuego en la mente. De verdad, escuchadla y luego me decís. Para terminar, tenemos un tema que, sea cuando sea, siempre va a cautivar a muchos espectadores: las Guerras Mundiales. En este caso, la segunda. Como ya sabemos aquellos que hemos visto la peli (quiero suponer que somos todos), Casablanca era, y es, una ciudad en aquel tiempo refugio para los que se exiliaban. Desde ahí, pasaban a Lisboa y luego a Estados Unidos. Otro aspecto que, desde mi punto de vista, sirve de gancho para atraparte, es ese aura de misterio y desconocimiento de todo lo que está pasando. Es decir, el director coge y nos lanza al interior del bar de Rick, y no sabemos nada: quién es Rick, por qué tiene esa cara de amargado/asco constante, quién es esa hermosa woman que parece conocer a Rick y al pianista primo de Louis Armstrong, etc. 

Poco a poco, se van despejando las brumas de la vida pasada de Rick, acompañado de Ilsa, unos cuantos soldados nazis, el corrupto policía francés que va pululando por ahí con sus chanchullos del casino y tal. Además, hay algo implícito en la cinta que va calando en tu propio ser (qué bien me ha quedado la frase por dios, si es que soy un genio de las palabras). Este ''algo'' implícito es el ritmo lento, pausado, con que va transcurriendo la historia, y ese mismo ritmo narrativo que se toma su tiempo para ir contando cosas y desvelándonos amores truncados, antiguos días de lucha contra el enemigo, etc. beneficia muchísimo a la película. Simplemente, esta producción está magistralmente contada, con interpretaciones muy creíbles, en un blanco/negro tan nostálgico y con un halo de melancolía muy acertado. Todo esto desde mi punto de vista, como siempre. 

Siguiendo con los personajes, hay que hablar del jefe de la película: Humphrey Bogart. En este caso, se convierte en una especie de Peter Parker, un antihéroe, abatido, amargado, al cual se da a entender que las cosas le suelen ir más mal que bien, algo que, seamos sinceros amigos y amigas, nos encanta, no nos autoengañemos. El sentimiento de amargura del prota incluso permanece hasta el final donde, haciendo honor a su patriotismo, ayuda a escapar a la chica de la que aún sigue enamorado, pero termina dejándola ir con Laszlo en el avión que pone fin a una cinta con 0% de happy ending. Al menos, en cierto sentido. Volviendo con el tema del patriotismo, hay que destacar que es un concepto muy presente en la película, sobre todo empleado para hacernos ver que los que se oponen al régimen nazi son ''los buenos''. De todas formas, esto no hace falta ni que lo mencione ya que, como suele ocurrir en el cine nacido en Estados Unidos, casi siempre veremos a los americanos como los héroes del lugar, quienes se enfrentan a los enemigos, casi siempre de nacionalidad alemana o rusa. En fin. 

Para ir terminando, hay que decir que Casablanca es una película romántica. Una película llena de romanticismo hecha para románticos, tanto los románticos empedernidos como los amantes del cine ''del de antes''. El final indaga en esa vieja idea romántica de que las grandes historias de amor son las que no duran eternamente, y aun así, tras ese pensamiento nostálgico y arrebatador acerca de todas las grandes historias de amor que pudieron ser y no fueron, se nos termina quedando una sensación en el cuerpo de que acabamos de ver una película increíble, pausada pero amena, trágica pero maravillosamente finalizada. Ahora, al final de este breve comentario sobre la película, te animo a tí, sí, a tí, a que te permitas disfrutar escuchando As time goes by. Hala, fin. 

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