Más historia de Roma: entra en escena Adriano.
Buenas a todos, mis queridos gandiartistas. Después de 40 años y medio sin subir contenido, hoy, por fin, os traigo más historia de Roma. Sin mas dilación, vamos a ver cómo sigue todo el chanchullo este de los romanos.
Tras la trágica y desafortunada partida de uno de los emperadores más queridos de esta civilización, llega al trono su sucesor, otro hispano llamado Publio Elio Adriano. Reinó entre los años 76-138 d.C. Huérfano desde pequeño, fue acogido como protegido de Trajano, el cual era pariente suyo. Con el tiempo, terminó casándose con una sobrina del emperador y prima lejana del primero, llamada Vibia Sabina. De este agradable y barbudo sujeto, podemos decir que estuvo en Dacia con su tutor y, a su muerte, Adriano subió al trono apoyado por la ''parte hispana de los senadores''. Lejos quedaban los días en que un emperador venía a liarla parda y a joder a los habitantes, y este nuevo jefazo no será la excepción. Subió el salario de los soldados, tuvo varios encontronazos con el Senado (como fue común, ya que el Senado no era muy partidario de los imperios...en fin) y, el hecho por el que más se le conoce, se pegaba cada viaje...este sí que tenía un verdadero espíritu wanderlust. Total, que le molaba mucho salirse del estrés cotidiano de la capital, para viajar a las provincias y otras ciudades. Sin embargo, no todo fue ocio, queridos amigos, ya que también se fue a Britania a repartir leña a las tribus aquellas, a parte del tema de la Segunda Guerra judía. Si es que estos israelitas no dejaban de marear la perdiz. ¡Pobre Adriano! Nah, fuera coñas, los judíos se rebelaban porque los romanos no dejaban títere con cabeza y andaban oprimiendo a medio planeta.
En general, Adriano se portó de forma decente, sin cagarla hasta el fondo y sin que se le fuera la olla como pasó con anteriores gobernantes. Palmadita en la espalda por este gran señor. No fue un tipo muy conquistador, sino más bien se dedicó a las reformas administrativas, a construir bonitos edificios y a viajar mucho. Nuevamente, llegamos al final de su vida, cuya muerte (al menos en la historia de esta civilización) suele darnos la respuesta a si dicho emperador fue bueno o malo. En este caso, al igual que en anteriores, Adriano murió de enfermedad natural, probablemente de paro cardíaco. Tenía 62 años (aproximada y supuestamente). Resumen: fue buena gente. Positivo para Roma.
Hala, fin.
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