Diocleciano: romanos en Oriente.
Buenas a todos, mis queridos gandiartistas. Después de 40 años y medio sin subir contenido, hoy, por fin, os traigo más historia de Roma. Sin mas dilación, vamos a ver cómo sigue todo el chanchullo este de los romanos!!!
Tras la muerte de nuestro pana el tracio, llega uno de los últimos emperadores, el señor Cayo Aurelio Valerio Diocleciano, nacido en Croacia y muerto en Croacia. Un tipo muy de su tierra vamos. Este jefaso reinó entre los años 284-305 d.C. De familia humilde, emprendió una carrera militar que, como los otros emperadores, le llevaría hasta lo más alto. Si es que hacerse amigo de los legionarios al final era lo más rentable. De soldado llegó a senador, luego a cónsul y luego...ya sabéis. Tras quitarse de encima ciertos oponentes, fue proclamado emperador por sus amigos de armas y, más tarde, el Senado se sumó a esta ordenación. Para terminar con todas las ansias de poder y las conjuras y todo eso, decidió subir en el mismo carro a su amigo Maximiano, con lo que ya tenemos dos emperadores nuevamente. A Maximiano le dio la parte occidental del imperio, quedándose Diocleciano en Oriente, con lo que ya tenemos la tan conocida división del Imperio en occidental y oriental. Sin embargo, las cosas no tardaron en salirse de madre, como no podía ser de otra forma en la emocionante vida de Roma, y al tito Dio no se le ocurrió otra cosa que sacarse de la manga otros dos emperadores: Constancio Cloro para Occidente y Galerio para Oriente. Eso ya era un festival de los nombramientos...¡que corra el ron! Ah no, que no estamos en esa película...perdón.
A este gobierno de 4 emperadores, se le dio el nombre de tetrarquía, forma de gobierno que permitía asegurar unión territorial y solucionar los problemas de cada región con cierta velocidad y eficiencia. Diocleciano fujó su propia capital en Nicomedia; Galerio se ocupaba de las zonas al sur del Danubio hasta el Mar Negro; Maximiano se ocupaba de África, Hispania e Italia (el que pringaba más vaya). El señor Cloro vigilaba la Galia y Britania. A eso lo llamo yo un buen trabajo en equipo. Poco a poco, parecía que todo este tinglao de la tetrarquía funcionaba, ya que se iban sucediendo las victorias y las repreciones de rebeliones así que, de momento, puntito positivo para nuestros 4 fantásticos. Por su parte, Diocleciano fue llevando a cabo distintas reformas para quitarle autoridad al Senado y centralizar aún más el poder, a parte del conocidísimo dato de las persecuciones cristianas, que estaban en su punto álgido con este emperador. Hizo obligatorio el culto a Júpiter O.M. como elemento de unión del imperio, lo que llevó a las violentas persecuciones y masacres de cristianos de los años 303 y 311. Por muchas ganas de gobernar que tuviera, a partir del 305 empezó a encontrase enfermo y renunció a sus responsabilidades políticas, cosa de admirar ya que no fue un descerebrado loco (salvo por lo de los pobres cristianos) y, oye, que se agradece su honradez en este caso. Abdicó en favor de Galerio y obigó a Maximiano a hacer lo mismo con Cloro, padre del casi último emperador Constantino el Grande. Ahora sí, finalmente murió en su palacio en la actual ciudad de Split en Croacia, en el 316. Un minuto de silencio por Diocleciano.
Hala, fin.
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