Imperio romano de Occidente: Honorio y sucesores.


Imagen extraída de: https://truttafario.com/2014/11/13/honorio/

Buenas a todos, mis queridos gandiartistas. Después de 40 años y medio sin subir contenido, hoy, por fin, os traigo más historia de Roma. Sin mas dilación, vamos a ver cómo sigue todo el chanchullo este de los romanos!!!


Tras el fallecimiento trágico del último gran emperador que Roma ha parido, vamos a ir con uno de sus hijos y heredero de la Roma occidental: Honorio. A partir de ahora, vamos a enfilar ya la recta final y vamos a comentar, no solo uno, sino varios de los sucesores de Honorio, a fin de terminar esto de la mejor y más rápida manera posible. Veamos si el hijo estuvo a la altura del padre. Resulta que el señor Flavio Honorio llegó a reinar entre el 395-423 d.C. Lo primero que hizo, fue trasladar la capital a Rávena, mientras que su hermano Arcadio se quedaba reinando en Constantinopla. En defensa de nuestro pana Honorio, hay que decir que reicibió, prácticamente, los restos de un imperio debilitado por los ataques bárbaros y las crisis internas. Algo totalmente insalvable, solo queda esperar al golpe final. Mientras fue menor, el gobierno quedó en manos del general germánico Estilicón, aunque fue asesinado en una conjura senatorial, ya que este tipo trata de asegurar la integración de los germanos y trataba de usurpar el trono de manera definitiva. ¡A la próxima, te lo piensas dos veces! Total, que no había gobernante en Occidente, y mientras tanto los vándalos de Alarico invadían la Galia, luego tomaron Roma y asediaron al emperador en Rávena. Al final, el cuñado de Honorio, llamado Constancio III, logró poner tierra de por medio y logró alzarse como coemperador, pero murió en el 421 y Roma quedó de nuevo sin jefe decente, ya que Honorio tendría poco más de 11 años. Honorio moriría sin descendencia, pasando el imperio a Valentiniano III, su sobrino, hijo del cuñado. Veamos qué pasó con el último Valentiniano.

Nuestro amigo Plácido Valentiniano III llegó a reinar entre los años 425-455. Hijo de Constancio III y Gala Placidia, mujer muy conocida en la historia de Roma, cuya propia historia la vamos a dejar para otra ocasión, su historia empieza cuando su madre se va a Constantinopla con Valen, donde la corte del actual Teodosio II era mucho más segura que estar viviendo en medio de crisis y ataques bárbaros. Mientras estos dos agradables sujetos residían en la actual Estambul, en la otra punta del mundo surgió un nuevo usurpador del trono, llamado Juan a secas, que trató de liarda parda por allí, pero los orientales enviaron un gran ejército, capturaron al Juan este y se lo quitaron de encima. Valentiniano volvió a Roma con la mama, donde subió al trono  en el 425. Nuevamente, como el regente era menor, Gala Placidia se hizo cargo del imperio hasta que ya se hizo una abuelita y el control pasó al general Aecio. Sin embargo, y por mucha tristeza que nos de a todos, el imperio poco a poco se iba desintegrando, ya que todas sus provincias fueron escenarios de guerra. Teodorico de los godos, los vándalos, los suevos, los visigodos, burgundios, francos y alanos fueron aquellas tribus bárbaras encargadas de matar el imperio romano de Occidente. Y eso por no hablar de la tribu más temida y poderosa, la de los hunos, al mano de Atila, que invadió la Galia en el 51, aunque Aecio y su unión con los visigodos y burgundios le dieron bien duro al huno en la batalla de los Campos Cataláunicos. Pero, como la reputación de Aecio iba creciendo, Valentiniano lo asesinó, y al año siguiente caería el propio emperador, víctima de una conjura senatorial urdida por un tal Petronio Máximo, quien además, se quedó con el trono, o sea, otro usurpador. El reinado de Petronio solo duró 3 meses, cuando la llegada de los vándalos de Genserico terminó con su gobierno y su vida. El siguiente en gobernar en Occidente fue el señor Eparquio Avito, cuyo reinado duró un año. De origen galo, fue proclamado emperador apoyado por el rey de los visigodos, Teodorico II. El pueblo italiano nunca lo aceptó como su emperador, y nunca consiguió deshacerse de los vándalos, que sometieron a Roma a un bloqueo naval. La hambruna que sufría la ciudad lo forzó a disolver su guardia personal de mercenarios. El jefe de soldados Ricimero y un tal Mayoriano aprovecharon que no podía pagar a los soldados, para iniciar revueltas. Avito huyó a Arlés, y reunió como pudo un ejército para volver a recuperar su puesto en Italia, pero fue derrotado y capturado. Lo sorprendente es que fue perdonado y se convirtió en un obispo de Piacenza, pero huyó definitivamente de Italia por miedo. Se dice que murió en Francia. 


Hala, fin. 


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