Más dinastías tras la muerte de Constantino I el Grande.
Buenas a todos, mis queridos gandiartistas. Después de 40 años y medio sin subir contenido, hoy, por fin, os traigo más historia de Roma. Sin mas dilación, vamos a ver cómo sigue todo el chanchullo este de los romanos!!!
La entrada de hoy es muy especial para mí, ya que toda la vida había pensado que tras Constantino I, veía todo el tema de Rómulo Augústulo y el final de Roma occidental (para que veáis lo poco que me había parado a pensar en esta etapa de la historia y, al mismo tiempo, para que veáis que no soy ningún experto en estos temas; simplemente, soy un aficionado y un amante de la historia al que le gusta explicar cosas). Pues resulta que, tras los Severos, se formaron otras dos dinastías: la Constantiniana y la Valentiniana. Vamos con la primera de estas. La dinastía de los Constantinos duró entre los años 337-363 d.C. y dio comienzo al ser proclamados emperadores sus 3 hijos: Constantino II, Constante y Constancio II. ¡Vaya telita los nombres eh! ¿no podían haber más variaciones o qué? Total, que, como ya os estaréis imaginando, cuando muere un padre, los hijos (al menos en Roma), se cagaban a palos para ver quien se ponía a reinar. Lo más normal del mundo vaya. El primero en caer fue Constantino II, quien murió luchando contra Constante. El siguiente en la lista negra fue Constante, quien murió contra un usurpador llamado Magnencio, quien se había rebelado en la Galia. Más tarde, el señor Constancio II se lo carga y nada, que el vencedor fue Constancio II. Resulta que este último tenía dos hijos, Constancio Galo y Juliano, el famoso ''el apóstata''. Años más tarde, nuestro poco conocido amigo Constancio II muere de enfermedad, dejando el terrno libre para sus hijos, de los cuales Galo es ajusticiado por haber administrado mal el gobierno de Oriente, y al final de todo, solo quedó Juliano.
El señor Flavio Claudio Juliano solo llegó a reinar 3 años (mala señal, seguro que incluso habéis adivinado cómo morirá). Su conocido apodo le viene por haber vuelto al paganismo, o sea, se proclamó anticristiano. Sin embargo, y por extraño que pareciera, quiso reformar el gobierno para darle mayor importancia al Senado y un intento de volver a las prácticas paganas. Redujo los impuestos del estado, aunque se los aumentó a las jerarquías cristianas, librando de los mismos a los paganos. Algo parecido a lo que pasó con los musulmanes y España. Restauró el paganismo grecorromano, o sea, la mitología, cuyas historietas tanto nos gustan a todos. Buscaba por todos los medios deshacerse del cristianismo y, como era de esperar, tomó medidas, prohibiendo a los cristianos la enseñanza del culto, imponiéndoles pagos adicionales y confiscándoles sus bienes. F por los cristianos. Como ya he mencionado, el reinado de Juliano fue breve y, en el 363, murió estando de campaña, dejando al Imperio con importantes problemas y sin sucesor. Con el apóstata, nuevamente Roma se quedaba sin sucesor y, al mismo tiempo, se terminaba otra dinastía. No sé ni cuántas van ya...¿5,6? ni idea. Tras Juliano, vino otro soldado, proclamado emperador por sus compañeros, llamado Joviano. Este agradable sujeto prohibió las persecuciones cristianas, ya que el propio Jovi era cristiano ortodoxo. Sin embargo, duró solo un año, muriendo en el 64 y siendo elegido el señor Valentiniano, con la condición de que se volviera nuevamente a la separación del Imperio, lo que se conoce como diarquía, o sea, dos personas reinando. Para Oriente, eligió a su propio hermano, Valente. Valentiniano se quedaría en Italia y cambiaría la capital a Milán. En la próxima entrada veremos cuánto duran estos dos hermanos sin rajarse los cuellos. Os lo dice un tío que no ni tiene ni idea de lo que va a pasar, pero se lo puede imaginar.
Hala, fin.
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