El Bienio progresista y la Vicalvarada. Cambios constantes de gobierno y revueltas sociales.

Imagen extraída de: https://educahistoriaespana.wordpress.com/2016/11/22/los-primeros-partidos-politicos/


Tras el gobierno moderado del general Narváez, los movimientos revolucionarios propiciaron el regreso al poder de los progresistas. El pronunciamiento militar de Leopoldo O'Donnell supuso un enfrentamiento con las tropas gubernamentales en Vicálvaro (Madrid). Los sublevados querían un cambio de gobierno sin cuestionar a la Corona ni la Constitución de 1845. La necesidad de más apoyos, llevó a O'Donnell a redactar el Manifiesto de Manzanares, donde se contemplaban reformas como reinstaurar la Milicia Nacional, ampliación del derecho a voto o la ley de imprenta. Sin embargo, siguieron produciéndose manifestaciones de protesta por todo el país, por parte de progresistas y demócratas, por lo que Isabel II se vio obligada a llamar a Espartero para formar un gobierno de coalición entre progresistas y demócratas. Lo que en un principio significaba un cambio de gobierno, se convirtió en una revolución política. El gobierno del país, volvía a estar bajo el mando de Espartero, con O'Donnell como ministro de guerra, con el objetivo de modernizar  el país a través de una nueva Constitución y una serie de medidas económicas. La nueva Constitución, la de 1855, fue declarada nonata ya que no llegó a entrar en vigor gracias a la reina. Recogía principios del ideario progresista: soberanía nacional, limitar el poder de la Monarquía al reforzar las Cortes, ampliación de derechos y libertades y tolerancia religiosa, lo que motivó la oposición de la Iglesia. Las Cortes seguían siendo bicamerales, con sus miembros elegidos por el pueblo. Entre las reformas económicas del gobierno progresista, destacó la Ley de desamortización general de Pascual Madoz, que ponía en venta los bienes de propios y comunidades municipales. Este periodo de tiempo fue llamado el Bienio Progresista, caracterizado por inestabilidad política. Pronto surgieron enfrentamientos entre O'Donnel y Espartero, y tanto desde la derecha como la izquierda, demócratas y carlistas actuaban contra el gobierno agitando el descontento popular. De nuevo, volvieron las revueltas sociales, ya que los grupos desfavorecidos no habían obtenido ningún beneficio de la revolución a pesar de participar en ella, surgiendo crisis como la agraria en 1855, proliferando los motines en el campo, con ideas republicanas y socialistas. Las protestas obreras se extendieron del campo a las ciudades, organizadas por asociaciones de trabajadores, produciéndose la primera huelga general en Barcelona en 1855. La situación provocó la sustitución en el gobierno de Espartero por O'Donnell al año siguiente, quien consiguió restablecer el orden mediante una dura represión, al tiempo que frenaba las reformas de los progresistas. Con el tiempo, surgieron diferencias entre O'Donnell y la reina Isabel II, lo que llevó nuevamente al gobierno al general Narváez en 1856. Se inaugura una aparente calma y un progreso económico que representarían el final de la reina. A lo largo de este periodo de tiempo, ocuparon el poder el partido moderado y la Unión Liberal. Se trataba de un grupo creado en torno a la figura de O'Donnell, reuniendo a los políticos más a la izquierda de los moderados y a la derecha de los progresistas. Tenía una ideología híbrida. Entre moderados y unionistas, se fue produciendo una alternancia en el gobierno. Al final, los moderados quisieron eliminar la figura del monarca, cuando vuelven al poder en los últimos años del reinado de Isabel II, con Narváez en el gobierno hasta la muerte de la reina en 1868. Entonces fue cuando se produjo la quiebra del sistema isabelino implantado en 1845, provocada por la incapacidad del Estado para adaptarse a los cambios económicos y sociales, además de no saber integrar en el gobierno, las diferentes tendencias políticas y sociales. La definitiva crisis política, se produjo con la sublevación del cuartel de San Gil en Madrid en 1866, provocando la dura reacción del gobierno, aunque se ponía de manifiesto que el ejército se ponía de lado de la conspiración para derribar a los moderados. La crisis se agravó en 1865-1868, produciéndose una revolución democrática, llamada La Gloriosa, que llevó al destronamiento de la reina Isabel en 1868.   

Comentarios

Entradas populares