España en el siglo XX. Reinado de Alfonso XIII.



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A principios del nuevo siglo, comenzó a reinar Alfonso XIII, en una España principalmente agrícola y ganadera, con el 67 % dedicados a estas actividades y poca importancia para la industria y el sector servicios, características típicas de una sociedad atrasada. A finales de su reinado, en 1931, la situación había cambiado notablemente, modernizándose la economía pero con grandes desigualdades regionales: las zonas con importante desarrollo agricultor, se localizaban en Valencia y el sur del país, mientras que las regiones industriales, se hallaban en Cataluña, País Vasco, Asturias y Madrid. Además, la sociedad seguía presentando profundas desigualdades: el analfabetismo era enorme, un 63 % de la población no sabía leer ni/o escribir, a diferencia de países como Francia, con un 24 %. La emigración del campo a los nacientes núcleos industriales, fue creciendo, ya que la población rural aumentaba más rápidamente que la oferta de trabajos en el campo. Muchas ciudades duplicaron el número de sus habitantes, como Valencia, Zaragoza o Sevilla. Estas ciudades iban creciendo mediante ensanches, barrios periféricos y la incorporación de pueblos próximos. Respecto a las clases sociales, la obrera ocupaba el 75 % de la población activa y estaba formada por obreros de la industria y los servicios, jornaleros y pequeños propietarios agrícolas. Cuando se inicia el reinado de Alfonso XIII en 1902, España era una monarquía liberal pero no democrática. El monarca intervenía activamente en la vida polírica del país, en lugar de ser un árbitro neutral que estaba por encima de la lucha de los partidos políticos. Esta intromisión en la vida pública, le costaría el trono en 1931, tras apoyar a la Dictadura de Primo de Rivera. En este momento, los dos partidos políticos más importantes, conservador y liberal, se apoyaban en el sistema caciquil y se iban alternando en el poder. Su aspiración, era una vida política tranquila y sin sobresaltos, por lo que sus programas políticos llegaron a ser muy similares, lo que ocasionó ciertas consecuencias: la inmensa mayoría de la población vivía al margen de la política, que poco trataba de mejorar la situación de los obreros; este bipartidismo se había convertido en un sistema oligárquico, no democrático, además de que la ineficacia de estos partidos, hicieron surgir partidos y sindicatos obreros, un creciente republicanismo y nacionalismo en las regiones de más dinámica transformación económica (Cataluña y País Vasco). 

Cataluña se convirtió en la vanguardia del nacionalismo en España. Esta vez, se formó un catalanismo independentista, republicano y de izqueirdas, de la mano de Companys y Macià, los creadores de Esquerra Republicana (1904). Habrá que esperar a la 2ª República para que se les conceda el Estatuto de Autonomía catalán. Además, en País Vasco, surgirá el PNV (Partido Nacionalista Vasco), confesionalmente católico y base social menos burguesa que el catalán. Por su parte, el republicanismo se avivó a principios de siglo y adoptó posturas más radicales, antimilitaristas y anticlericales. En 1908 nacería el Partido Radical de Alejandro Lerroux. 

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