Nacionalismo y regionalismo. La cuestión colonial, Cuba y Filipinas.
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A principios del siglo XIX, por una diversidad de territorios con sus lenguas propias, cultura, economía, instituciones, etc. Estas realidades nacionales no desaparecieron con la creación del Estado Liberal centralista y uniforme entre 1840-1876, sino que evolucionaron y se reactivaron cultural y políticamente a finales del siglo XIX. En su afán por centralizar y uniformizar la administración española, el estado liberal no fue capaz de integrar esta diversidad de identidades. Durante la Restauración canovista, se impulsó la idea conservadora de una España única, católica y castellana. Se produjo una reacción contra este centralismo, basado en: la diferenciación creciente de las estructuras sociales y económicas. Cataluña y País Vasco tenían un desarrollo industrial y bancario muy superior al del resto del país, con una gran burguesía y grupo de intelectuales que defendían sus intereses y la autonomía de su región.
El catalanismo fue frustrado por el centralismo, lo que llevó a replegar las aspiraciones de los catalanes, dando origen a un renacer cultural llamado Renaixença, entre 1850-60. Despertó al federalismo en el sexenio y con la Restauración, se vio impulsado por las frustraciones industriales de la burguesía. Destacaron Valentí Almirall y el Centre Català de 1885, que redactará el Memorial de greuges. Entre los sectores conservadores destacan Prat de la Riba y Puig i Cadafalch, de los que saldrá la Lliga de Catalunya de 1887 y la Unió Catalanista de 1891, cuyas ideas se resumen en las Bases de Manresa. El Desastre de 1898 estimuló más la desconfianza de las burguesías periféricas hacia el Estado, provocando la creación de partidos exclusivamente catalanes como la Lliga regionalista en 1901 y su lucha electoral.
El nacionalismo vasco fue reactivado con la pérdida de los fueros, además del ejemplo del catalanismo y tenía sus bases ideológicas en el carlismo. Sabino Arana fue su principal ideólogo, creador de un nacionalismo confesional y ultraconservador. En 1894 se crea la asociación Euskeldun Batzookija y en 1895 el primer partido vasco, el Bizkaia-Buru-Batzar.
Otros movimientos nacionalistas, fueron el galleguismo, valencianismo y andalucismo. Son más tardíos y se ven ligados a sus respectivas renaixenças culturales y lingüísticas. En el galleguismo, destacó Alfredo Brañas y Manuel Murguía, que acabó por crear en 1897 la Liga Gallega. Las causas de las guerras cubanas fueron un deseo de libertad, derechos e igualdad. La Paz de Zanjón (1878), se había cerrado en falso y las demandas de los insurgentes seguían en pie. El factor comercial fue otro desencadenante del conflicto: el casi monocultivo de azúcar y tabaco, ligaban la isla al comercio con los Estados Unidos. La sublevación estalló por la orden de levantamiento de J. Martí y con el grito de Baire de 1895 ''Viva Cuba libre''. La sublevación filipina la dirigió José Rizal. Hubo una primera etapa de guerra en que Martínez Campos intentó apaciguar a los rebeldes, pero las derrotas obligaron a Cánovas a mandar al duro general Weyler. Para pacificar la isla y evitar la intervención de Estados Unidos, se les concedieron reformas administrativas, con Cánovas y una plena autonomía con Sagasta, pero ya era demasiado tarde. En 1898, tras la supuesta voladura de Maine, intervinieron los Estados Unidos. La armada española fue destruida en 1898 en la bahía de Santiago. Manila capituló en agosto. La paz de París se firmó en el 98: fueron abandonadas Cuba, Puerto Rico, las islas de Guam, etc. Se vendió Filipinas a Estados Unidos y las islas Palaos y Marianas a Alemania.
Las consecuencias del desastre: la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas no acarreó ningún desastre económico, ni crisis política, pero sí hubo una gran preocupación nacional por el sentimiento de desastre moral que desembocó en toda una corriente de pesimismo político e intelectual que oiriginó un debate acerca del problema de ser español y dio nombre a la generación regeneracionista y del 98. El Regeneracionismo consistió en las críticas de intelectuales como Joaquín Costa, R. Macías Lucas Mallada y de periodistas como Leopoldo Alas. Criticaban el régimen parlamentario caciquil, deseaban grandes reformas administrativas, el impulso de grandes transformaciones económicas, la europeización, etc. En Cataluña, la reacción al Deastre reactivó el nacionalismo, elevando su nivel de exigencia política y su presión a Madrid.
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