Época Clásica en Grecia: las Guerras Médicas (parte 1)
La Época Clásica en la antigua Grecia, empezó en el siglo V a.C. y se extenderá hasta mediados del siglo IV. En este periodo se produce el máximo esplendor de las dos ciudades con sistemas de gobierno más opuestos: Atenas y Esparta. Ambas ciudades empezaron a diferenciarse del resto y a reunir poder político, económico y militar. Por otra parte, en esta época empiezan las guerras entre griegos y contra otras civilizaciones. Sin embargo, antes de que se produjera el choque entre ambas potencias, tuvo lugar el primer conflicto importante en la historia de Grecia: las Guerras Médicas.
Las Guerras Médicas: antecedentes
Esta serie de conflictos tuvieron lugar entre el 490-449 a.C. entre Grecia y el Imperio Persa. Los persas se habían instalado, en sus inicios históricos, en el norte de Irán, entre el Cáucaso y los Montes Zagros, donde se mezclaron con las ya existentes culturas mesopotámicas, como asirios y babilonios. Con el tiempo, los persas también entraron en contacto con los medos, pueblo guerrero que vivía en el noroeste de Irán. Cada pueblo se centró en su propia expansión, progresando y aumentando su propio poder. Más tarde, medos y persas se centraron en Asia Menor (actual Turquía), donde se encontraba el reino de los lidios. En ese momento en Persia, reinaba Ciro el Grande, de la dinastía Aqueménida. Ciro venció al rey medo Astiages e hizo desaparecer al imperio medo, quedando fusionado con Persia. Estas guerras fueron llamadas Médicas debido a que los griegos llamaban medos tanto a medos como a persas, de ahí el término de Guerras Médicas, es decir, guerras greco-persas. El Imperio Persa abarcaba un vasto territorio: Persia, Elam (sureste de Babilonia), Partia, Hircania (al este de Media), Media y gran parte de Mespotamia. Los persas suponían una gran amenaza para el imperio lidio, gobernado por Creso, que también gozaba de cierto poder. Creso había conquistado las ciudades griegas que había en las costas de Asia menor. Finalmente, se alió con Babilonia y Egipto para atacar a Persia. La guerra entre Creso y Ciro finalizó con la derrota de los lidios, que fueron sometidos en el 546 a.C. Ciro se enfrentó ahora a las ciudades jonias, ampliando las fronteras de Persia hasta el Mar Egeo. Las ciudades jonias cayeron una a una y, aunque pidieron ayuda a Esparta, esta ciudad no les apoyó. El resultado fue que, en poco tiempo, toda la zona griega de Asia menor pasó a formar parte de Persia. Ciro siguió luchando en Oriente, conquistando Babilonia y dominando toda Mesopotamia y Asia central. Los límites de Persia se extendían hasta el río Indo. A la muerte de Ciro, el trono fue ocupado por su hijo Cambises, quien continuó con la política de conquistas de su padre, controlando Egipto en el 525, creando una poderosa flota construida por los fenicios, cuya ciudad fue conquistada sin resistencia. Cambises fue sucedido por Darío I en el 522, tras sofocar numerosas revueltas debido a la vastedad del imperio. En esa época, el imperio integraba gran cantidad de pueblos, culturas y lenguas sin cohesión militar ni económica. Para asegurar su gobierno, Darío I dividió el territorio en 20 distritos dirigidos por sátrapas, delegados del rey. Cada satrapía formaba una unidad territorial, encargada de recaudar tributo y pagárselo al rey. Para controlar las satrapías y a los propios sátrapas, se construyeron caminos y se designaron funcionarios del poder central. Aunque numeroso, el ejército persa era ineficiente debido a su falta de cohesión interna. Las ciudades jonias, ahora bajo el mando de los persas, debían pagar impuestos muy altos, además de ver su comercio perjudicado, ya que ahora ya no eran los intermediarios entre el comercio con el Egeo; ahora los intermediarios eran los fenicios, apoyados por Darío. Además, las relaciones comerciales entre griegos y egipcios se interrumpieron. Por otra parte, en las ciudades jonias se había implantado la democracia desde la etapa anterior; sin embargo, ahora los persas dominaban las ciudades y se apoyaban en la aristocracia, volviendo a las tiranías. Los tiranos se sometían al rey persa para no perder su poder en las ciudades. Con el tiempo, los movimientos democráticos griegos se orientaron hacia la lucha contra los persas y el patriotismo heleno. La lucha de los griegos contra los persas, se integró dentro de la lucha de la democracia contra la tiranía. Darío se propuso seguir extendiendo las fronteras de su imperio, centrándose en occidente: el Mar Egeo y los Balcanes. Empezó sometiendo las costas del Helesponto y Tracia, conquistando varias islas del Egeo: Lemnos, Imbros, Quíos, Lesbos y Samos. Tuvo una campaña contra los escitas que terminó en total fracaso. También se hizo con Macedonia, ampliando las fronteras y llegando a la Grecia continental.
La rebelión jonia: inicio de los conflictos
Las ciudades griegas conquistadas estaban siendo enormemente perjudicadas en el terreno comercial. Además, estaban siendo presionadas políticamente para cambiar su democracia y volver a la tiranía. Se extendió poco a poco la idea de que la economía solo merjoraría tras la liberación del yugo persa. Además, el prestigio militar de Darío I había quedado reducido a raíz de su derrota contra los escitas, por lo que los griegos empezaron a pensar en una posible victoria basada en el enfrentamiento militar. En el 499 a.C. estalló la primera rebelión contra los persas: en la isla de Naxos, los aristócratas fueron derrotados por los partidarios de la democracia. El motivo de dicha rebelión se encuentra en Mileto: el tirano de esta ciudad, Aristágoras acogió a las víctimas desterradas de Naxos y, además, propuso al sátrapa Artafernes servirse de estas personas para atacar Naxos. La incursión fue un fracaso y, temiendo las represalias por parte de los griegos, Aristágoras atacó a Artafernes, levantando al pueblo y escondiendo su sucia jugarreta. Esta rebelión se extendió al resto de ciudades jonias, donde los tiranos impuestos por los persas fueron derrocados y se restableció la democracia. A partir de este momento, empezaron las movilizaciónes para una futura guerra. Aristágoras dimitió y entregó el poder a la asamblea popular de Mileto. Durante todo este tiempo, Esparta se mantuvo al margen de los conflictos en Asia Menor, mientras que Atenas y Eretria colaboraron enviando un grupo de soldados contra Sardes, antigua capital del reino de Lidia. Aunque la ciudad fue incendiada, la intervención militar se saldó con la derrota de los griegos a manos de los persas. Ni Atenas ni Eretria apoyaron más la insurrección jonia. Los persas conquistaron Chipre y Caria. En el 494 derrotaron a las ciudades jonias rebeladas y, en el año 493 a.C. cayó Mileto, terminando con el núcleo de la sublevación. Se restableció la administración persa en estas ciudades y volvieron a imponerse los altos impuestos. El florecimiento de Jonia de los años anteriores terminó. Sus ciudades entraron en decadencia y dejaron de ser centros neurálgicos de la economía y la cultura. Los persas abandonaron su política de entregar el control de las ciudades a tiranos, habiendo comprobado el peligro que suponían los griegos libres en la frontera de su imperio. Por su parte, los griegos del continente tomaron conciencia del peligro que suponía tener como vecinos a los persas.
FIN
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