Las Guerras Médicas (parte 3)
Segunda Guerra Médica
Tras el fracaso de Maratón, Darío volvió con el rabo entre las piernas a Persia, aunque no abandonó su objetivo de hacerse con Grecia. En el 489 a.C. inició los preparativos para una nueva ofensiva, que se fue retrasando debido a diversas circunstancias: en el 486 estalló una revuelta en Egipto y, ese mismo año, Darío murió. Le sucedió en el trono su hijo Jerjes, quien tuvo que sofocar no solo la rebelión en Egipto sino también la que se había extendido por Babilonia. En el 483 Jerjes consiguió pacificar ambas regiones y, a partir de entonces, volvió a los preparativos para la ofensiva contra Grecia. Jerjes tardó 3 años en completar los preparativos para la nueva ofensiva contra los griegos. En primer lugar, se centró en evitar que las colonias griegas de Occidente acudieran en ayuda de Grecia, sobre todo la colonia de Siracusa. Para ello, se aseguró la amistad de los cartagineses, de modo que Persia atacaría Grecia y Cartago, las colonias que había en Sicilia. Otro de los objetivos de Jerjes, fue conseguir aliados griegos mediante la diplomacia en Tesalia y Beocia. Por otra parte, se propuso construir un canal en el promontorio de Atos, donde habían naufragado las naves de Mardonio en el 492, además de reunir un poderoso ejército. Aunque las fuentes clásicas exageran las cifras, los historiadores modernos apuntan hacia unos 100.000 soldados persas, a los que habría que sumar las tropas auxiliares. En cuanto a la flota, se estima un total de 1200 barcos entre navíos de guerra, naves de carga y pequeñas embarcaciones. Tras la victoria de Maratón, los griegos sabían que no habían terminado las cosas. Sin embargo, las diversas polis seguían manteniéndose al margen. En Atenas se impuso la estrategia de Temístocles: atacar a los persas por mar. De esta manera, los atenienses construyeron una gran flota, pagada con la plata extraída de las minas de Laurión. El Pireo fue fortificado y se convirtió en puerto militar. Los agricultores dejaron de ser la fuerza básica del ejército. Los hoplitas fueron cediendo el protagonismo a los marineros, reclutados de entre los thetes, es decir, la plebe urbana.
Por su parte, Esparta se dedicó a reforzar el istmo de Corinto, aunque no era suficiente: debía aliarse con Atenas para poder defenderse con la ayuda de su flota. La alianza entre atenienses y espartanos no aseguraba la victoria. Hacía falta una mayor unión entre polis. Así surgió la llamada Liga del Peloponeso, dirigida por Esparta. La primera reunión tuvo lugar en el istmo de Corinto (481 a.C.). El ejército griego se compondría de unos 35.000 hoplitas sin contar con la infantería ligera. La flota estaría formada por 360 navíos, la mayor parte de ellos atenienses. Los espartanos aceptaron el plan de Temístocles de centrar la lucha en el mar, mientras el ejército de tierra servía de refuerzo y protección de los barcos. Al año siguiente, el ejército persa cruzó el Helesponto y llegó hasta la ciudad de Terme (actual Tesalónica). Los griegos intentaron cerrarle el paso al enemigo para que no llegara a la Hélade. Ocuparon primero el desfiladero de Tempe, que comunicaba Macedonia con Tesalia, pero tuvieron que replegarse hacia el sur por temor a una maniobra envolvente de los persas. Como consecuencia, Tesalia cayó bajo dominio persa. Para evitar el constante avance del enemigo, el general espartano Leónidas lideró a los griegos al desfiladero de las Termópilas, en la frontera entre Tesalia y Fócide. Mientras esto sucedía, la flota griega atracó cerca del promontorio de Artemision, al norte de Eubea. El mando de la flota recaía en el espartano Euribiades, siguiendo las estrategias de Temístocles. Los combates terrestres terminaron en derrota para los griegos. Leónidas tuvo que ordenar la retirada de los griegos, mientras se quedaba con 300 espartanos para cubrir la retaguardia, muriendo heroicamente en las Termópilas. La flota griega, que había tenido que soportar los ataques de los marinos persas, se retiraron hacia el Ática. La situación era totalmente diferente ahora. Beocia se rindió y cedió el paso a los persas en dirección a Atenas. Los atenienses sabían que no podrían soportar el ataque enemigo, por lo que tuvieron que evacuar la ciudad. Cuando llegaron los persas, la ciudad estaba casi vacía. Los enemigos la destruyeron e incendiaron, así como el resto de ciudades del Ática.
La Batalla de las Termópilas
El primer conflicto de relevancia fue la batalla de las Termópilas. Cuando los griegos se retiraron del valle de Tempe, los persas siguieron avanzando. Tras mucho debate y reflexión, los estados griegos enviaron entre 6000 y 7000 soldados al paso de las Termópilas, a través del cual, los persas necesitaban pasar para llegar al Ática desde el norte. Esparta, que había llegado tarde a la batalla de Maratón por motivos religiosos, ahora aportaba 300 hoplitas de entre los 8000 con que contaba el estado, siendo considerados los mejores guerreros de Grecia y la única polis con un ejército profesional. El paso de las Termópilas estaba situado a 150 km. al norte de Atenas y era un lugar idóneo para la defensa, con montañas que llegaban hasta el mar y dejaban una estrecha zona pantanosa a lo largo de la costa. Además, para fortificar la zona, los focidios que vivían cerca, habían construido una muralla defensiva que iba desde el punto más estrecho del paso hasta el mar. Los espartanos la repararon y se prepararon para la defensa. En este espacio de 15 metros de ancho, con un acantilado escarpado que protegía su flanco izquierdo y el mar a la derecha, donde los 7000 griegos se opusieron al invasor. El rey persa Jerjes lideró personalmente esta batalla, liderando a sus 80.000 soldados. En primer lugar, esperó alrededor de 4 días para ver si los greigos huían del pánico. Al ver que estos mantenían su posición, Jerjes envió emisarios para ofrecerles una última oportunidad de rendirse sin que hubiera un baño de sangre, pidiendo que depusieran sus armas. Ante la negativa de Leónidas, empezó la contienda. Los persas sacaron a sus arqueros y luego desplegaron la caballería, mientras los griegos solo tenían a sus hoplitas, fuertemente armados y en formación compacta. Los persas también contaban con los llamados Inmortales, tropas de élite de 10.000 unidades que irían más protegidos, con una armadura y lanzas. El terreno de las Termópilas se adaptaba mucho mejor al estilo de lucha griego.En la distancia corta, las largas lanzas, las pesadas espadas, la mejor armadura y la rígida disciplina de la formación de la falange significaban que los hoplitas griegos tenían toda la ventaja y que, en ese angosto terreno, los persas tendrían dificultades para hacer valer su inmensa superioridad numérica. El primer día de batalla, Jerjes envió a sus soldados medos, aunque no pudieron abrir una brecha en el paso, por lo que pasó a enviar a sus Inmortales. Pese a todo, los griegos se mantuvieron firmes en la brutal batalla cuerpo a cuerpo. En este caso, los helenos aplicaron una estrategia que funcionó perfectamente: fingieron una retirada desordenada para que sus enemigos los persiguieran y, en el momento preciso, volvieron a formar la falange, destrozando a sus enemigos confiados.
El segundo día de batalla, ocurrió lo mismo que el primero. Sin embargo, los griegos fueron traicionados por Efialtes, hijo de Euridemo, un pastor de la ciudad de Traquis. Efialtes buscaba una recompensa por parte de Jerjes, por lo que informó a los persas de una ruta alternativa para esquivar a los griegos y atacarlos por el sur. Leónidas había dispuesto al contingente de soldados focidios en ese punto, pero al pensar que todos los persas se les venían encima, los focidios se retiraron a una posición más elevada cuando llegaron los Inmortales. Esto allanó el camino a los persas, que podían atravesar las montañas sin oposición y pillar a los hoplitas por la retaguardia. Al encontrarse en una posición insalvable, y antes de que su retirada fuera bloqueada, Leónidas ordenó al grueso de las tropas griegas que se marcharan.
El tercer día de batalla fue el último. El rey espartano reunió a su ejército (300 hoplitas espartanos, 700 tespios y 400 tebanos) y organizó un último intento de defender el paso hasta que cayera el útimo hombre, para permitir a los demás griegos que se retiraran. Ahora Jerjes podía atacar el frente y la retaguardia griega. Leónidas trasladó sus tropas hasta la parte más ancha del paso para poder usar a todos sus hombres a la vez, aunque terminó muriendo en el enfrentamiento. Sus compañeros lucharon con todas sus fuerzas para recuperar el cuerpo del rey caído. Mientras tanto, los Inmortales habían entrado en acción por detrás de los griegos, que se replegaron a una colina tras el muro de los focidios. En este momento, el contingente tebano se rindió y los hoplitas restantes, ahora atrapados y sin un rey que los liderara, fueron el objetivo de las flechas persas, que los aniquilaron a todos. Tras la batalla, Jerjes ordenó que se colocara la cabeza de Leónidas sobre un poste y que fuera exhibido en el campo de batalla. Mientras tanto, en Artemision los persas luchaban tanto contra griegos como contra el mal tiempo, llegando a perder 400 naves en una tormenta en la costa de Magnesia y otras más en las costas de Eubea. Cuando las 2 flotas se enfrentaron, los griegos lucharon durante todo el día y, de esta manera, redujeron el efecto de la superioridad numérica de los persas. La batalla marítima quedó en tablas y la flota griega, al recibir la noticia de la muerte de Leónidas, se retiró a Salamina.
Mientras tanto, en Artemisio, los persas estaban luchando contra los elementos más que contra los griegos, puesto que habían perdido cuatrocientas trirremes en una tormenta en la costa de Magnesia y algunas más en una segunda tormenta en las costas de Eubea. Cuando finalmente las dos flotas se enfrentaron, los griegos lucharon al terminar el día y, de esa manera, limitaron la duración de cada una de las escaramuzas, lo que reducía el efecto de la superioridad numérica de los persas. Sin embargo, ninguno de los dos bandos pudo decantar la batalla a su favor y la flota griega, al recibir la noticia de la derrota de Leónidas, se retiró a Salamina.
La batalla de las Termópilas adquirió rápidamente un carácter heroico y legendario. Fue una gloriosa derrota, aunque la realidad es que Jerjes tenía vía libre para avanzar hasta el interior de Grecia. A pesar de que muchas polis se estaban rindiendo y Atenas había sido saqueada, muchos estados griegos empezaron a construir una muralla defensiva cerca de Corinto, liderados por el hermano de Leónidas, Cleómbroto.
FIN
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