Las Guerras Médicas (parte 5)


Imagen extraída de: https://historiaeweb.com/2018/01/27/batalla-de-platea/



Las batallas de Platea y Mícala

Tras la primera gran victoria de la guerra en Salamina, quedaba rematar definitivamente al enemigo invasor. La batalla de Platea fue el enfrentamiento definitivo entre los griegos y los persas, dirigidos por el comandante Mardonio. Tuvo lugar en el verano del año 479 a.C. cerca de la ciudad helena de Platea, en Beocia. Significó la derrota definitiva del imperio persa y la vitoria griega en la Segunda Guerra Médica. Tras su retirada para evitar perder el dominio del Helesponto, Jerjes dejó un gran ejército en manos de su mejor comandante, Mardonio. Este general arrasó por completo Atenas y el Ática, trasladándose a Tesalia, donde pasaron el invierno. De este modo, los atenienses pudieron volver a su ciudad. Mientras tanto, la flota griega de Temístocles trató de seguir los restos de la flota naval persa. Para ello, persiguieron a los enemigos hasta la isla de Andros, al este de Atenas. Tras abandonar esta idea, se reunieron en Delos, donde se repartieron el botín de guerra, adoraron sus dioses y los homenajearon por la victoria. Los atenienses y otros pueblos se dedicaron a reconstruir sus casas y templos. Mardonio trató de ganarse el apoyo de Atenas usando como mediador al rey Alejandro I de Macedonia, estrategia que no sirvió de nada. Al ser rechazadas sus propuestas, el general persa avanzó con sus huestes hacia el sur, por lo que Atenas tuvo que ser evacuada nuevamente y, nuevamente, fue reducida a escombros. Los griegos formaron nuevamente un ejército y marcharon contra Mardonio, que se replegó al norte. En la llanura de Platea, en la ribera del río Asopo, los persas empezaron a construir una empalizada. Las características del terreno hacían, de Platea, un lugar perfecto para desplegar la caballería persa. Sin embargo, Mardonio no contaba con un detalle: el ejército griego que llegó a Platea aquel día, fue el más numeroso jamás reunido en toda la historia de Grecia. Como siempre, es difícil establecer una cifra exacta, ya que las fuentes clásicas siempre tienden a ser muy exageradas. Según Heródoto, los persas contaban con 300.000 soldados, mientras los griegos eran 110.000. Según estimaciones actuales, los persas no superarían los 80.000 hombres, enfrentándose a la mitad de griegos, alrededor de 40.000. A pesar de ser un solo ejército, cada polis contaba con su líder. Los atenienses estaban liderados por Arístides, estratega y arconte (gobernante) de Atenas. Por otra parte, los espartanos servían a las órdenes de Pausanias, el rey de Esparta. Este mismo era el general en jefe de las tropas terrestres, del mismo modo que el capitán Leotíquidas lo era para la flota. En general, participaron soldados de una veintena de ciudades, como Platea, Corinto, Megara o Arcadia. 

Cuando los helenos llegaron a Platea, Pausanias dio la orden de detenerse en las laderas del monte Citerón, a pocos kilómetros del campamento persa. A pesar de que los superaban en número, ante la visión de tan gran ejército, Mardonio solo podía hacer 2 cosas: atraer a los griegos hacia la llanura para destrozarlos con sus jinetes; la segunda era recurrir a espías persas para que sobornaran a los líderes griegos más indecisos. Tras una serie de escaramuzas iniciales, Pausanias movió su ejército a la llanura de Platea. El río Asopo separaba ambos ejércitos. La batalla empezó con Mardonio ordenando una serie de ataques en pinza con su caballería, ya que si los griegos se intentaban mover, recibirían daños desde ambos flancos. Las tropas griegas se veían atrapadas por los ataques de caballería, aunque pudieron soportar los ataques hasta que los persas se hicieron con las rutas de abastecimiento griegas y los manantiales que les daban agua. Ante esta peligrosa situación, Pausanias decidió retirar a su ejército por la noche a las colinas detrás de la llanura. Los planes se retrasaron y, al amanecer, aún estaban entre la llanura y las montañas. En ese momento, los persas se dieron cuenta de la maniobra y marcharon contra los griegos. Descartado el plan inicial, los griegos respondieron al ataque. Estos consiguieron derribar el muro de escudos persas, ya que los enemigos contaban con un armamento mucho más ligero y un entrenamiento menos sólido. Las lanzas persas eran más cortas que las de los hoplitas, lo que les perjudicó sobremanera. Para intentar sobreponerse, los arqueros persas y la infantería cargaron tratando de apartar las lanzas. Viendo que esta maniobra no surtía efecto, el mismo Mardonio y una fuerza de 1000 Inmortales trataron de frenar el avance griego. Este nuevo ataque fracasó definitivamente, muriendo Mardonio cuando una piedra le impactó en la cabeza y cayó de su montura. Tras la muerte de su líder, las tropas persas se desmoralizaron y entraron en caos. Los griegos remataron la batalla persiguiendo a los persas hasta su campamento, masacrando a todos los que quedaban allí. El resto de líderes del ejército persa, consiguió reorganizar a sus tropas para abandonar el campo de batalla en condiciones. Definitivamente, la batalla de Platea finalizó cualquier intento persa de invadir la Grecia continental. Este fue el inicio del fin del Imperio Persa. 

Sin embargo, esta no fue la última batalla: la de Mícala fue la última contienda que terminó de rematar al enemigo que quedaba en Grecia. Esta batalla tuvo lugar a finales de agosto de este año. Mientras los griegos luchaban en tierra en Platea, la flota griega se reunió con el ejército persa en el monte Mícala; al mando de Leotíquidas, los griegos lanzaron un último ataque con todos los hombres que quedaban. Los resultados fueron devastadores y, de esta manera, se puso fin a la Segunda Guerra Médica. 

En cuanto a las consecuencias de esta guerra: para la Hélade supuso el primer contacto violento con otras civilizaciones orientales y occidentales, además de la primera delimitación de fronteras del posterior imperio griego. El ejército persa fue derrotado pese a ser más numeroso, sobre todo, debido a su falta de cohesión y su vulnerabilidad frente a un ejército de ciudadanos, mucho más unidos, que además luchaban por su libertad, no por cumplir las órdenes de un rey. En el ámbito nacional, las Guerras Médicas reportaron un gran prestigio político y militar, tanto a Esparta como Atenas, así como a la Liga del Peloponeo. Este prestigio ganado por los atenienses, servirá a Atenas para legitimar su futura proyección marítima y comercial por todo el Mar Egeo, así como el inicio de las hostilidades con los espartanos. 


FIN


Comentarios

Entradas populares