Inicios de la Guerra del Peloponeso.



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Tras la gloriosa derrota de los persas en Platea y Mícala (479 a.C.), los griegos volvieron a sus quehaceres diarios, reconstruyendo el daño causado por el invasor y gozando de unos años de paz y tranquilidad. Las ciudades de la costa asiática y las islas del Egeo se centraron en buscar un aliado seguro, por temor a una futura invasión persa. De esta manera, se formó una alianza al mando de Atenas. Esta alianza formal fue conocida como Liga de Delos, debido a que tenía su sede en el santuario dedicado al dios Apolo, en la isla sagrada de Delos. Allí se reunía anualmente el consejo de la Liga, formado por los representantes de todas las ciudades aliadas. Los orígenes de la Liga, se remontan a la necesidad de mantener un ejército y una flota para enfrentase a los persas. Con el paso del tiempo, la hegemonía ateniense fue en aumento, llegando a su apogeo en el año 454 a.C. cuando el tesoro de la Liga fue trasladado de Delos a la acrópolis de Atenas. Desde ese momento, los atenienses empezaron a gastar la mitad de lo recaudado en su ciudad. En el año 448 a.C. tuvo lugar la firma del tratado de Calias entre la Liga de Delos y los persas, dando inicio a la paz definitiva, por lo que la Liga dejó de tener sentido. Sin embargo, Atenas decidió continuar con su objetivo de defender los intereses comunes de todas las ciudades involucradas, en particular, garantizar la seguridad en los mares. Entre los años 446-445 a.C. Atenas y Esparta firmaron una paz de 30 años, poniendo fin a varios enfrentamientos que se venían dando entre ambas polis (Primera Guerra del Peloponeso). La supremacía del Egeo quedó bajo el mando de Atenas y la del Peloponeso, bajo Esparta. Desde entonces, Atenas pasó a ostentar el mando de la Liga de Delos. Las ciudades aliadas se dividieron en 5 distritos geográficos: Tracia, Helesponto, Jonia, Caria y las islas. Cada ciudad se comprometía a sostener un contingente de soldados y navíos; si no podían o no querían aportar soldados, podían pagar un tributo que variaba según la capacidad económica de cada ciudad. Los atenienses disfrutaban de ventajas como el envío de ciudadanos locales (clerucos) a ciudades aliadas, donde explotaban parcelas de tierra confiscadas a las gentes de la zona. Por otra parte, no perdían la ciudadanía ateniense y podían controlar, desde dentro, las demás ciudades de la Liga. Con este objetivo, Atenas enviaba magistrados a estas ciudades. A pesar de la evidente intromisión ateniense, nunca llegaron a imponer del todo su propio sistema político a las demás ciudades, dándose tanto sistemas democráticos como oligárquicos. De esta manera, Atenas garantizaba el mantenimiento de su sistema político y el abastecimiento de cereal para la polis. El desarrollo de una democracia como la ateniense, exigía bienestar económico y fondos para pagar un gran número de cargos públicos. Para lograrlo, era preciso eliminar la flota persa del Egeo, controlar los estrechos estratégicos y eliminar, también, a piratas y otras flotas enemigas. Este monopolio ateniense funcionó con éxito y permitió el desarrollo político y cultural de Atenas hasta que chocó con la otra gran potencia griega: Esparta.

Las causas de la llamada Guerra del Peloponeso, se encuentran en la Pentecontecia, periodo de paz de 50 años, desarrollado entre el final de las Guerras Médicas y el inicio de la misma. Dichas causas tienen que ver con la lucha por el poder entre las 2 grandes potencias de la Hélade, tan diferentes en sus sistemas políticos. La democracia se enfrentaba a la oligarquía. A esto se le añadía el choque de intereses económicos entre Atenas y algunos estados aliados de Esparta, sobre todo, los ubicados en el Golfo de Corinto. En el origen de la contienda se encuentran también, ciertos conflictos entre ciudades de la Liga de Delos y el Peloponeso. La Primera Guerra del Peloponeso tuvo lugar en el 460 a.C. entre el bloque de ciudades dirigido por Atenas y el bloque de Esparta, terminando con la firma de la ya mencionada paz de los 30 años entre el 446-445. Este acuerdo no evitó la reanudación de las hostilidades. La paz se rompió en el año 432 a.C. en la batalla de Potidea, en la que los atenienses se enfrentaron a los espartanos, apoyados por corintios y otros miembros de la Liga del Peloponeso. 


Primera Guerra del Peloponeso

Se trató de una guerra no oficial entre las dos grandes ciudades, es decir, no fue un conflicto generalizado ni de gran relevancia, sumado al hecho de que la mayor parte de las fuentes que se conservan sobre esta contienda, son principalmente atenienses y puede que no reflejen con objetividad lo que ocurrió. Uno de los desencadenantes de este conflicto, fue Mégara. Esta ciudad gozaba de gran importancia debido a que separaba Atenas de Corinto, principal aliado de Esparta por su gran flota. Debido a su situación geográfica, Mégara fue cambiando de alianza constantemente. En el año 461 a.C. Mégara se alió con Atenas para que la protegiera frente a una posible invasión corintia. Sin embargo, esto hizo aumentar la tensión con Corinto, que veía cómo Atenas tenía más poder al acceder al puerto de Mégara. Otro de los hechos que provocaron la guerra, fue el emplazamiento de ilotas, que se habían sublevado en el monte Itome, en la ciudad de Naupacto. Los corintios vieron cómo los atenienses les cortaban las posibilidades de expansión comercial. Las relaciones diplomáticas entre Atenas y Corinto estaban a punto de romperse, por lo que era inevitable el enfrentamiento entre ambas Ligas. En el 459 a.C. Corinto y la isla de Egina unieron fuerzas para invadir Mégara. Como resultado, Atenas no solo consiguió parar la invasión, sino que siguió fortaleciéndose. Tras la batalla de Platea contra los persas, los atenienses habían reconstruido los muros de su ciudad. En este caso, construyeron los llamados Muros Largos, un corredor de murallas kilométricas que conectaban directamente la ciudad con el puerto del Pireo. De este modo, la ciudad sería imposible de asediar por tierra, ya que contaba con un suministro constante de víveres que llegaba por mar. Dos años después, los espartanos marcharon a Beocia para enfrentarse a los atenienses en la batalla de Tanagra. La victoria fue para los espartanos, aunque terminó beneficiando a los atenienses. Pocos meses después, Atenas controlaba toda Beocia menos Tebas, y su influencia determinaba el sistema político de sus polis aliadas. La presión ateniense hizo que también la isla de Egina y las ciudades vecinas se unieran a la Liga de Delos. Además, Atenas consiguió adentrarse en el Peloponeso al conqusitar Trezén y Acaya. En este punto, el imperio ateniense se encontraba en su punto álgido territorial. Mientras tanto, los atenienses se encontraban destrozando la flota fenicia que se encontraba en Chipre y ayudando militarmente a Egipto, que se había rebelado contra el rey persa Artajerjes, que la dominaba. Ambos proyectos terminaron en fracaso. La flota fenicia escapó y además destruyó una de las flotas de refuerzo atenienses, En Egipto, la campaña se prolongó durante años y al final, todos los atenienses terminaron asesinados. 

Mientras tanto, a Atenas volvió un hombre llamado Cimón, el cual había sido condenado al ostracismo (el destierro que se les daba aquellos que habían sido malvados y/o eran perjudiciales para la democracia). Se presentó ante el gobernador de Atenas del momento, Pericles. Este político concedió a Cimón el poder dirigir la ofensiva ateniense contra Persia y llegar a una paz con Esparta, aunque no podría intervenir en la política ateniense, desarrollada por Pericles. Antes de morir en Chipre en el 450 a.C. Cimón había conseguido una tregua de 5 años entre Atenas y Esparta, así como un tratado de paz con Persia. El tratado persa-ateniense fue conocido como Paz de Calias, ya que fue Calias, familiar de Cimón, quien negoció los acuerdos. De esta manera, a mediados del siglo 5 a.C. Atenas y Persia terminaron sus conflictos. Por otra parte, alrededor del 445 a.C. Atenas se encontraba muy debilitada, ya que en unos meses perdió todas las conquistas que había hecho en los últimos 15 años, empezando con Eubea, al norte del Ática, que se sublevó contra Atenas. Mientras los atenienses sofocaban la revuelta, Mégara aprovechó la contienda para traicionar a sus aliados y matar a la guarnición ateniense que había en la polis. El rey Plistoanacte de Esparta vio la ocasión perfecta para invadir Atenas. Gracias a un generoso soborno, Pericles consiguió que los espartanos abandonaran el asedio. Tras esta invasión espartana, la influencia de Atenas en Beocia desapareció. Con el tiempo, los atenienses sometieron a Eubea, pero Mégara se pasó al bando del Peloponeso. Al final de esta primera guerra, Atenas se encontraba peor que al inicio de la misma. En este punto, tuvo lugar la firma de la llamada paz de los 30 años, con Esparta, en el 445 a.C. Sin embargo, el periodo no duró ni la mitad de este tiempo, ya que la verdadera Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) llegaría en cuestión de 14 años. El dominio ateniense en Grecia estaba acercándose a su final. 


FIN

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