El Egipto Lágida
El reino de Egipto: la dinastía Lágida o Ptolemaica
Los Ptolomeos son los más conocidos gracias a la cantidad de papiros que arrojan luz sobre su reinado. Al mismo tiempo, también se trata del reino más homogéneo, duradero y estable, debido a varios factores: en Egipto no existía tanta diversidad étnica como ocurría en el imperio seléucida; el dominio greco-macedónico se superpuso a la antigua sociedad faraónica, sin apenas introducir cambios; por último, el sistema monárquico era conocido y aceptado por los egipcios. Al rey le correspondía la propiedad de toda la tierra de Egipto, a excepción de aquella que controlaban los templos o donada a personas influyentes de la corte o del ejército del rey. La capital se trasladó de Menfis a Alejandría, que gozó de gran esplendor. La gran mayoría de habitantes eran campesinos y vivían en el campo, cultivando los dominios del rey en calidad de arrendamiento. Los monarcas se rodearon de una gran corte de funcionarios y tesoreros, que guardaban sus tributos. La presión fiscal sobre la población era muy grande. La corte era opulenta y el ejército generaba muchos gastos, compuesto por mercenarios que debían ser pagados. Siguiendo la idea del rey padre, el monarca se presentaba como un benefactor, proliferando los desfiles y procesiones que, obviamente, también había que sufragar. Los Ptolomeos desarrollaron una doble política: en el exterior, los reyes se presentaban como basileis griegos, defensores de la cultura helénica. Animaban a los griegos a emigrar a Egipto con la promesa de hacer fortuna, y rivalizaban con los Antigónidas por controlar los estados independientes. En Egipto, sin embargo, los Ptolomeos eran los herederos legítimos de los faraones, no como reyes extranjeros. Utilizaban la nomenclatura y símbolos faraónicos. Además, se preocupaban de mantener buenas relaciones con el clero, de ahí los generosos privilegios fiscales y donaciones de tierras a los templos.
Aunque, supuestamente, eran los protectores del pueblo ante los abusos de los funcionarios, en realidad existía una enorme brecha entre los reyes y sus súbditos, e incluso entre estos y su corte. La corte ptolemaica se componía, principalmente, de griegos y macedonios que vivían en Alejandría y explotaban los recursos del país, mientras que los nativos sufrían la presión fiscal. Los únicos que escapaban al abuso de las clases altas, eran el clero y otros aristócratas, a cambio de una helenización real o fingida. En el ámbito territorial, el Egipto Lágida no modificó su división en nomos, dirigidos por nomarcas. Estos nomos, a su vez, se divididos en toparquías, al frente de los toparcas. Las toparquías integraban agrupaciones de aldeas (comarquías) dirigidas a su vez por un comarca.
Orígenes del reino
La historia del Egipto ptolemaico se inició en el 305 a.C. cuando Ptolomeo se proclamó basileus, convirtiéndose en primer rey helenístico de la dinastía Lágida. Fue rápidamente aceptado por el clero y el pueblo egipcio, ya que Alejandro Magno había sido reconocido como faraón. Ptolomeo I aprovechó la inestabilidad política del momento para desarrollar una política expansionista que le permitió ampliar las fronteras de Egipto más allá del territorio controlado por los antiguos faraones. Entonces empezaron las rivalidades con Antigónidas y Seleúcidas, sobre todo, debidas a motivos económicos. A estos otros dos reinos, les interesaba controlar a el Egeo oriental y el sur del Mediterráneo, pudiendo controlar las rutas comerciales de Medio Oriente y del Golfo Pérsico. El reino de Ptolomeo vivió una época de esplendor económico mientras fue capaz de mantener sus fronteras, desde la fundación del Egipto Lágida, luego durante el mandato de Ptolomeo II Filadelfo y Ptolomeo III Evergetes.
Tiempo después, estallaron las Guerras Siriacas (241-168 a.C.), largos enfrentamientos militares entre Lágidas y Seleúcidas por controlar el Mediterráneo oriental. Los Ptolomeos perdieron sus posesiones en el Mar Egeo, por lo que tuvieron que intensificar la explotación de su país para compensar las pérdidas. El descontento del pueblo fue en aumento y estallaron frecuentes rebeliones en el campo. Paralelamente, se produjeron intentos de secesión en el Alto Egipto, al sur. El clero local se hizo cada vez más fuerte frente a la realeza, exigiendo más tierras y privilegios para los templos. Los campesinos empezaron a huir de las tierras reales, emigrando hacia el sur o trasladándose a otras ciudades. Con Ptolomeo VI, se iniciaron disputas en la corte y comenzaron a cobrar importancia las reinas, llamadas Cleopatras (hubo hasta 7 reinas llamadas Cleopatra). Debido a las Guerras Siriacas, Roma empezó a intervenir en los asuntos de Egipto. Estas guerras no concluyeron hasta la intervención militar romana contra Antíoco IV. Roma prestó ayuda a los Ptolemaicos, lo que terminó convirtiéndose en tutela política. Así se explica que los reyes no obstaculizaran los planes expansionistas romanos en Oriente. Finalmente, la independencia de Egipto era solo una formalidad cuando Octavio, tras derrotar a Marco Antonio y Cleopatra VII en Accio (31 a.C.), decidió convertir Egipto en provincia romana.
FIN
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