El siglo VII: la expansión del Islam
El origen del Islam se encuentra en un profeta: Mahoma. Esta persona en el siglo VII empezó a predicar la obediencia a un único dios, Alá. El Islam es una religión basada en los textos abrahámicos (escrituras que tienen como figura central, a Abraham. Estos textos incluyen el Antiguo Testamento de la Biblia, el Tanaj del judaísmo y, en este caso, el Corán). El Islam se divide en dos grandes ramas de pensamiento: los sunitas y chiitas, división que ha sido fuente de muchos conflictos a lo largo de la historia, debido a las distintas interpretaciones sobre el origen del Islam. Mahoma se convirtió en miembro distinguido de las tribus árabes de la Península Arábiga. Mahoma afirmaba que empezó a tener sueños en los que recibía la palabra de Dios, el cual lo convertía en el llamado último profeta. Mahoma inició su predicación en la Meca, pero al ser centro religioso de creencias politeístas, los gobernantes quisieron asesinarlo. Para escapar de la muerte, Mahoma huyó a la ciudad de Medina, donde empezó a aumentar el número de fieles hasta que, finalmente, pudo volver a la Meca, tomarla y convertirla en el centro religioso del Islam.
A la muerte de Mahoma, toda la península ya estaba bajo su poder político y religioso. Su sucesión generó múltiples problemas, dando lugar a un cisma en el Islam: los chiitas eran seguidores de Alí, primo y yerno de Mahoma al casarse con su hija Fatema y, por otro lado, los sunitas eran fieles a la mano derecha de Mahoma, Abu Bakr, los mayoritarios en el mundo. Esta división sigue vigente en la actualidad. Más tarde, surgen los primeros califas, los "guiados por Dios": Abu Bakr, Omar, Otmán y Alí, que sucedieron a Mahoma y se encargaron de la rápida expansión del Islam por Próximo Oriente y, más tarde, la costa mediterránea. Establecieron la principal capital del califato en Medina. Más tarde, Muhawiya I, gobernante de Siria, trasladó la capital del califato a Damasco, iniciando la dinastía Omeya. Muhawiya I se hizo con el poder tras el asesinato de Alí. Esta dinastía extendió el Islam por el norte de África, llegando a la Península Ibérica en el 711, pero siendo frenados por los francos cristianos en la Batalla de Poitiers (732). Tras este revés, los musulmanes se quedaron en la Península Ibérica y desarrollando el imperio árabe en Hispania.
FIN
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