Final de la historia de Grecia: el imperio Seleúcida
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Este fue el reino más grande y complejo de todo el mundo helenístico. Originalmente, abarcaba los reinos de Persia y Bactriana, Mesopotamia, Siria y Asia Menor. Los reyes seleúcidas tuvieron que pelear para administrar un territorio tan grande y heterogéneo. Por ello, su gobierno tuvo un marcado carácter militar. El reino alcanzó su máxima extensión hacia el año 303 a.C. con Seleuco I Nicátor, aunque empezó a disminuir a mediados del siglo III. Los reyes perdieron, a manos de los partos, todo el territorio oriental más allá de la línea que une el Mar Caspio con el Golfo Pérsico. Finalmente, el Estado fue replegándose cada vez más hacia Occidente, hasta llegar a ser una pequeña región al norte de Siria en el 129. Algunas de las ciudades más importantes, fueron Antioquía, Sardes y Seleucia. A la dificultad de tener que controlar un territorio tan grande, con diversidad de etnias y lenguas diferentes, se añadía la dificultad de mantener un sistema eficaz de comunicaciones. Los reyes optaron por conservar lo sustancial del sistema administrativo persa, de modo que el territorio siguió dividido en satrapías. El número de satrapías fue cambiando con el tiempo, aunque a principios del siglo III a.C. rondaba las 20. La extensión territorial de cada una de ellas, también variaba mucho: en Asia Menor eran pequeñas, mientras que en Mesopotamia e Irán, tenían grandes dimensiones. Algunas estuvieron subdivididas en unidades territoriales menores, agrupadas a su vez en distritos. Las satrapías superiores, al este del Éufrates, estaban bajo la autoridad de un gobernador general. La explotación económica de las tierras reales era la principal fuente de recursos del estado seleúcida. La tierra era explotada por los llamados laoi basilikoi, adscritos a determinadas aldeas (komai). En cuanto a la recaudación de impuestos, es posible que los campesinos reales tuvieran que entregar parte de la cosecha al Estado.
Al igual que sucedía en Egipto, no todas las tierras pertenecían al rey. Existían también dominios sacerdotales asignados a un santuario o templo, así como dominios nobiliarios que provenían de la época aqueménida y territorios atribuidos a las polis griegas. Siguiendo la política iniciada por Alejandro Magno, los Selecúcidas fundaron ciudades, muchas llamadas Antioquía o Seleucia, sobre todo fundadas por Seleuco I y Antíoco I. La mayoría de los centros urbanos, se concentraba en Asia Menor y el norte de Siria. A estas zonas acudía el grueso de los colonos greco-macedonios, en especial a Antioquía, Apamea, Seleucia y Laodicea. Los objetivos principales para la fundación de estas ciudades, eran militares y administrativos. Era necesario generar una unidad étnica, de origen helénico. Las nuevas ciudades se instalaban en territorios reales. En ellas, la construcción de edificios y servicios públicos, corrió a cargo del tesoro real. Eran núcleos urbanos totalmente nuevos, aunque también había ciudades indígenas que recibían el estatuto de polis, ya sea por haber recibido un gran número de colonos griegos o por mostrar un elevado grado de helenización. Algunas de estas ciudades, alcanzaron un gran desarrollo económico y se convirtieron en centros difusores de la cultura griega. La implantación de la vida ciudadana, terminó debilitando las estructuras políticas de la sociedad indígena.
Finalmente, el imperio Seleúcida desapareció, debido a varias razones: se había hecho demasiado grande para gobernarlo efectivamente; las diferentes regiones empezaron a reclamar su autonomía; los reyes seleúcidas empezaron a interesarse más por su propia comodidad que por un gobierno adecuado y Roma se alzó como una superpotencia. La dinastía de los Seleúcidas terminó cayendo frente a Pompeyo el Grande de Roma, en el año 63 a.C. En Mesopotamia, se alzó el Imperio Parto, mientras al oeste del Éufrates, los reinos helenísticos fueron absorbidos por Roma. El último de los 3 grandes reinos en caer, fue Egipto, conquistado en el 30 a.C. Sin embargo, la cultura helenística no murió. Se extendió por todo el Oriente mediterráneo y Roma la adoptó como cultura más influyente. Una vez aceptada y adaptada a sus gustos particulares, Roma la extendió por toda Europa, convirtiéndose en parte del patrimonio cultural de la humanidad.
FIN
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