El Imperio carolingio
Carlomagno fue uno de los reyes de mayor prestigio y poder de toda la Europa medieval. Su principal objetivo fue el de restaurar la gloria de la antigua Roma, además de consolidar el cristianismo en Europa. Primero, sometió a los sajones que vivían al norte de Alemania, convirtiéndolos a su religión; más tarde, exterminó a los ávaros, pueblo de origen mongol que amenazaba Alemania y, por el sur, luchó contra los lombardos y les arrebató Italia en el 774. Los lombardos eran hostiles con el Papado. En cuarto lugar, quiso eliminar la presencia musulmana en la Península Ibérica, aunque con poco éxito. Atravesó los Pirineos y fue derrotado en la batalla de Roncesvalles, en el año 778. Un contingente de soldados dirigidos por un noble caballero llamado Roldán, de la corte del rey franco, sufrió una emboscada y fue aniquilado. El episodio no fue demasiado trágico en sí, aunque bastó para que Carlomagno perdiera el interés por Hispania. En su lugar, creó una especie de frontera defensiva: la Marca Hispánica. De esta manera, Carlomagno creó un imperio que se extendía desde el río Elba hasta el Atántico, y desde el Mar Báltico hasta España e Italia. En este momento histórico, el Papa León III lo coronó emperador en la Navidad del año 800. Así nació el Imperio carolingio, gobernado por Carlomagno, el brazo armado de la Iglesia. Aunque el imperio era cristiano y de influencia romana, el sistema de organización era germano. Carlomagno gobernó el imperio a la manera de los emperadores romanos, como un monarca absoluto. Sin embargo, el modelo administrativo germano permitía que los hombres libres se reunieran 2 veces al año, en una asamblea que aprobaba las llamadas leyes capitulares. La residencia principal del rey franco era la ciudad de Aquisgrán, la capital de su imperio. En Aquisgrán, Carlomagno se rodeó de una corte de funcionarios que lo ayudaban en sus tareas: el canciller era el secretario, mientras que el chambelán se encargaba del servicio personal del gobernante. La administración territorial se efectuaba por medio de condados, dirigidos por condes, cuya actividad principal era la agricultura. El conde era un representante del rey en su condado. Las provincias fronterizas eran las marcas, que protegían el imperio de los invasores y estaban gobernados por los marqueses. Tanto marqueses como condes, eran vigilados y supervisados por los llamados missi dominici (sacerdotes o miembros laicos de la Iglesia), elegidos por el emperador y encargados de velar por el cumplimiento de sus normas.
Debido al elevado número de analfabetos en el imperio (el propio Carlomagno no sabía ni leer ni escribir), el emperador impulsó la cultura y la apertura de escuelas para formar funcionarios públicos y religiosos. Una de estas escuelas se encontraba en Aquisgrán, destinada a la instrucción de los futuros funcionarios de estado. También se construyeron escuelas en iglesias y monasterios, que llegaron a albergar grandes bibliotecas, en las que se conservó gran parte de la cultura clásica latina. Para no quedarse atrás y dar ejemplo, Carlomagno mismo se rodeó de una corte de intelectuales, como el inglés Alcuino de York. También se preocupó por las artes, construyendo numerosas iglesias en estilo romano y bizantino, como la propia capilla de Aquisgrán. En general, todo este proceso supuso el renacimiento carolingio que fue forjando los inicios de la Edad Media. Sin embargo, este florecimiento cultural afectó a pocas personas, sobre todo, a la nobleza y el clero. En su objetivo de desarrollar culturalmente a sus súbditos, en las escuelas los hombres más sabios se centraron en rescatar las obras de la antigüedad, traduciendo los textos al latín. En estas escuelas, se enseñaban las llamadas artes liberales, formadas por el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, múrica y astronomía). Estas disciplinas se convirtieron en la base de todo el saber medieval.
FIN
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