Reinado de Calígula: parte 1

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La forma en que Calígula ascendió al trono fue gracias al prefecto del pretorio Nevio Suetorio Macro, quien asfixió a Tiberio con una almohada para garantizar el ascenso de Calígula. Este fue el primer emperador en ser admirado y aclamado por todo el pueblo romano, debido a que era el hijo del querido y famoso Germánico, uno de los mejores generales de la historia de Roma. Además, el pueblo estaba deseoso de librarse de Tiberio, cuya etapa final del reinado había sido desastrosa. Por ello, los primeros 7 meses del reinado de Calígula son considerados los más felices que tuvo el imperio desde Augusto. Los primeros actos de Calígula como emperador fueron muy generosos, brindando al pueblo entretenimiento y a los soldados, cuantiosas pagas a fin de ganarse ambas partes. El emperador destruyó los documentos en los que se citaba a los acusados de traición por parte de Tiberio y llamó a los exiliados a volver a sus hogares. También ayudó a los afectados por los impuestos, encarceló y desterró a numerosos delincuentes y celebró lujosos espectáculos.  


Enfermedad y transformación personal

Calígula cayó enfermo en el año 37 d.C. Según algunos historiadores, Calígula se había acostumbrado a los excesos, habiendo llevado el imperio a un periodo de prosperidad comparable al de Augusto. Una posible causa de la enfermedad fue la intoxicación por plomo, debido al excesivo consumo de vino en las fiestas organizadas. También se baraja la posibilidad de que Calígula tuviera episodios de epilepsia desde su infancia y que, en aquel año, sufriera un fuerte episodio que lo llevó a una psicosis epiléptica, dejando secuelas que desencadenarían su locura y su terrible reinado. El haber estado tan cerca de la muerte, cambió por completo su forma de ver la vida y de gobernar un vasto imperio.

Tras recobrar la salud, Calígula ordenó asesinar a varias personas que habían prometido sus vidas a los dioses si el emperador se recuperaba. También forzó suicidarse a varios miembros de su propia familia, como su suegro Marco Silano y su primo, Tiberio Gemelo. Gemelo había participado en una conspiración contra Calígula mientras este estaba enfermo. Según historiadores como Suetonio, estos complots fueron imaginaciones del emperador. En el año 38, Calígula centró su atención en reformar el imperio económica y políticamente. Publicó documentos en los que dejaba claro el dinero usado por el emperador; ayudó a los afectados por los incendios, abolió ciertos impuestos e impulsó los espectáculos deportivos. Sin embargo, Calígula seguía ordenando ejecuciones sin juicio previo, como la muerte del ex prefecto Macro, quien le había ayudado a llegar al trono. 


Crisis y hambrunas

En el año 39 el imperio atravesó una grave crisis económica, sobre todo debida a la política de Calígula, extravagante y excesivamente generosa. Esto agotó las reservas económicas del imperio. Calígula acusó falsamente a los senadores y caballeros para poder multarlos y ejecutarlos, con el propósito de apoderarse de su patrimonio. Para poder hacer frente a la crisis, Calígula puso en marcha medidas tan desesperadas como pedir dinero al pueblo en actos públicos. Estableció nuevos impuestos y organizó subastas de venta de gladiadores en los espectáculos. Esta gran crisis fue la causante de periodos de hambruna, algo hasta entonces desconocido en el imperio romano. 

En relación al trato con el Senado, las cosas no fueron especialmente bien. En el año 39, empezaron les tensiones entre emperador y senadores. Desde que Tiberio abandonara Capri en el 26, el Senado se había acostumbrado a tomar las decisiones, de igual forma a como ocurría en tiempos de la República. Además, los juicios por traición de Tiberio eliminaron a gran número de senadores partidarios de la dinastía Julio-Claudia. Calígula se enemistó con muchos senadores, desconfiando de algunos y humillando a otros de diversas formas. A finales del año 39, descubrió un complot en el que se vio envuelto su cuñado, Marco Emilio Lépido. Poco después ejecutó al gobernador de Germania, Gneo Cornelio Léntulo, acusándolo de formar parte de otra conspiración. 



Revueltas en Oriente

En las provincias del este se produjeron numerosos problemas, principalmente revueltas y conspiraciones. Para gobernar Oriente, Calígula envió a su amigo Herodes Agripa, a quien convirtió en emperador de los territorios de Batanea (sur de la actual Siria) y Traconítide (sureste de Damasco). Por otra parte, el emperador empezó a erigir estatuas propias en las sinagogas judías de Alejandría. Estas acciones solo sirvieron para crispar el ambiente y provocar la enemistad entre judíos y romanos. Como resultado, estallaron disturbios en las ciudad, a lo que Calígula respondió ejecutando a Aulo Avilio Flaco, prefecto romano en Egipto. En el año 40 estallaron nuevas revueltas en Alejandría que enfrentaron a griegos y judíos. Los judíos fueron acusados de negarse a adorar al emperador, y el descontento aumentó cuando se construyó un altar a Calígula en la ciudad de Jamnia (ciudad en el centro de Israel). Finalmente, los principales líderes religiosos ordenaron destruir el altar y, en represalia, Calígula planeó colocar una enorme estatua suya en medio del gran templo de Jerusalén, algo incompatible con el monteísmo judío, toda una blasfemia y ataque a Yahveh. Temiendo que esto desembocara en una guerra civil, tanto Publio Petronio, gobernador de Siria, como Agripa, intentaron convencer a Calígula para que revocara dicha orden, cosa que finalmente sucedió. 


FIN

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