El Imperio bizantino parte 3: declive y final del Imperio

 


Imagen extraída de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/caida-constantiopla-1453_15748


Tras los conflictos iconoclastas, el imperio bizantino empezó a recuperarse lentamente, sobre todo durante los dos siglos de la Dinastía Macedónica. Durante este tiempo, el principal enemigo de los bizantinos fue el reino búlgaro, que fue en declive durante el siglo X, hasta que el emperador bizantino Basilio II invadió Bulgaria y la anexionó al imperio. También fue importante la época de incorporación de los pueblos eslavos a mediados del siglo IX.


Relaciones con Occidente

Constantinopla tuvo tensiones con el reino de los francos desde el principio: la coronación de Carlomagno, así como las pretensiones de sus sucesores al título de emperadores romanos, los llevaron a querer controlar Italia y territorios que pertenecían a los romanos de Oriente. El Imperio bizantino tenía gran influencia en el sur de Italia. El rey franco Otón I el Grande aspiraba a expulsar a los bizantinos de Italia. Estas tensiones se resolvieron con el matrimonio de la princesa bizantina Teófano con Otón II. 


El Cisma de Oriente

En el año 1054 se produjo el desastroso Cisma de Oriente: la separación entre la Iglesia cristiana oriental y occidental. Tras la lucha iconoclasta, los esfuerzos se centraron en restaurar la unidad religiosa del Imperio. Durante cierto tiempo ya habían ido surgiendo diversas herejías, la cuales minaban las bases de la religión cristiana. Desde el siglo IX habían ganado especial relevancia en Asia Menor los paulicianos. En Bulgaria tuvieron un rebrote con el nombre de doctrina bogomilita. Los cristianos se centraron en evangelizar en Bulgaria; esta expansión del cristianismo oriental provocó sospechas en Roma. A mediados del siglo IX estalló una grave disputa entre el patriarca de Constantinopla, Focio y el Papa Nicolás I, quienes terminaron excomulgándose mutuamente y se produjo la separación definitiva entre las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente. A la rivalidad por la primacía de las sedes de Roma y Constantinopla, había que añadir algunas diferencias en la doctrina cristiana. Este fue el Cisma de Focio, un preludio de lo que sería el posterior gran Cisma. En el 877 las relaciones entre ambas Iglesias volvieron a la normalidad. Sin embargo, la ruptura definitiva se produjo en 1054. 

En este caso, la disputa vino sobre el texto del Credo, en el que los teólogos latinos habían incluido la cláusula Filioque ("y del Hijo"). Esto demostraba que en Occidente estaban en contra de la tradición de las iglesias orientales, según las cuales el Espíritu Santo solo procedía del Padre y no del Hijo. Existían otros temas menores, aunque siempre subyacía la rivalidad entre las capitales del antiguo gran Imperio romano. 


Crisis y conflictos territoriales

Tras el renacimiento macedónico durante la segunda mitad del siglo XI, empezó el declive del Imperio: los turcos selyúcidas y los reinos cristianos de Europa occidental amenazaban la unidad bizantina; por otra parte, el Imperio se había ido feudalizando poco a poco durante el gobierno de los emperadores Comneno, proceso durante el cual, los emperadores se vieron forzados a conceder tierras a los miembros de su propia familia. 

Los turcos selyúcidas habían derrotado al Egipto fatimí y, prontamente, empezaron a realizar incursiones en Asia Menor, donde se encontraba la mayor parte de soldados bizantinos. En la batalla de Manzikert (1071), el emperador bizantino Romano IV fue derrotado de forma aplastante por el sultán turco Alp Arslan. De esta manera, se ponía fin a la hegemonía bizantina en Asia Menor. Los posteriores gobernantes Comneno lograron reconquistar los territorios perdidos hasta 1204, hasta otra humillante derrota de Manuel I Comneno en la batalla de Miriocéfalo (1176). 

En Occidente, los normandos expulsaron de Italia a los bizantinos en pocos años (1060-1076) y conquistaron Iliria, desde donde podían llegar a Constantinopla. En Bulgaria, el emperador Alejo I Comneno buscó la ayuda del Papa Urbano II para reclutar un ejército que le ayudara a reconquistar Anatolia. Con el tiempo, esto llevó al inicio de las Cruzadas, que terminaron causando el final de Constantinopla en 1453. Mientras tanto, las Cruzadas fueron minando progresivamente la unidad del Imperio, sobre todo porque los cruzados terminaron estableciéndose en Estados independientes en Antioquía, Edesa, Trípoli y Jerusalén. 

El Imperio siguió siendo atacado los siglos siguientes por el Sacro Imperio Romano Germánico (SIRG), además que los normandos atacaban Sicilia y el sur de Italia durante el siglo XII. Ciertas ciudades como Venecia y Génova habían recibido derechos comerciales por parte de los Comneno, por lo que fueron los objetivos claros de los enemigos.


Consecuencias de la Cuarta Cruzada y final del Imperio

Durante este acontecimiento, los cruzados pretendían conquistar Egipto. Sin embargo, estos terminaron haciendo de mercenarios para la República de Venecia, la cual les había prometido riquezas por conquistar la ciudad de Zara (Hungría). En 1202 la ciudad fue asediada y cayó rápidamente. Entonces intervino el emperador bizantino Alejo IV Ángelo, que estaba en guerra civil con su tío Alejo III Ángelo. Sin tener en cuenta la debilidad de Constantinopla, Alejo IV prometió dinero y soldados a quienes lo pusieran en el trono del Imperio. Por ello, en 1203 se produjo el primer asedio de Constantinopla. Alejo IV fue restaurado en el trono, aunque los bizantinos no pudieron pagarle a los cruzados, quienes en respuesta volvieron a saquear la ciudad. A este segundo saqueo le siguieron 3 días de pillaje y destrucción de numerosas obras de arte. Por primera vez en 800 años, tras la fundación de Constantino I, la ciudad fue saqueada. A partir de este momento, el Imperio bizantino dejó de existir para dar lugar a una serie de Estados cruzados.

El poder bizantino pasó a estar permanentemente debilitado. Debido a esto, se produjo el surgimiento del Imperio serbio y el establecimiento de los 3 grandes Estados griegos, herederos del poder bizantino. De ellos, el Imperio de Nicea reconquistaría Constantinopla en 1261. 


La caída de Constantinopla

El avance de los turcos en Oriente redujo casi a la nada los dominios del Imperio bizantino en Asia. Como se ha mencionado anteriormente, el Imperio de Nicea, bajo la dinastía de los Paleólogo, había recuperado la capital y mantenido algunas posesiones. Sin embargo, los turcos de esta época habían formado el poderoso Imperio Turco Otomano, el cual se peleaba junto al resto de Estados griegos que habían surgido tras la conquista de Constantinopla en 1203. Durante el siglo XIV, el Imperio se vio reducido a un Estado Balcánico, condenado a resistir la revuelta de los almogávares de la Corona de Aragón y dos terribles guerras civiles. Durante un tiempo, el Imperio sobrevivió básicamente porque tanto selyúcidas, mongoles y persas safávidas estaban demasiado divididos para poder atacar la ciudad. De todas formas, finalmente los turcos otomanos invadieron lo que quedaba de las posesiones bizantinas. Los otomanos procedían de una división de los selyúcidas, encabezados por el sultán Osmán I. 

El Imperio solicitó el apoyo de Occidente, pero se puso la condición de volver a unir las dos Iglesias. Esta reunificación no se produjo porque los ortodoxos se negaron, así que, en 1453, Constantinopla fue asediada por los turcos otomanos. En principio, la ciudad era inexpugnable, con sus gruesas murallas. Sin embargo, con la invención de los cañones, las murallas ofrecían poca protección. La caída de Constantinopla se produjo en mayo de ese año, tras soportar un asedio de 2 meses llevado a cabo por el turco Mehmet II. El último emperador bizantino, Constantino XI Paleólogo, fue visto por última vez mientras combatía contra los jenízaros otomanos, que superaban de manera aplastante a los bizantinos. Los últimos restos del Imperio fueron Morea y Trebisonda, conquistados por Mehmet en 1460-61. Así termina el Imperio bizantino, cuya fecha de conquista de la capital (1453) marcó el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna, fecha aceptada junto al descubrimiento de América en 1492.


FIN

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