La economía del Antiguo Régimen



La cosecha, obra de Pieter Brueghel el Viejo (1565), Museo Metropolitano de Arte


La economía durante el Antiguo Régimen se caracterizó por una agricultura tradicional de muy baja productividad, orientada al autoconsumo; una artesanía gremial en las ciudades, que convivía con una manufactura rural; por último, un comercio en alza, controlado por los estados modernos y promovido por la burguesía, que prefería las vías marítimas a las terrestres por la rapidez y rentabilidad. 


Agricultura

La agricultura era desarrollada por más del 80% de la población, ya que esta era rural y se dedicaba a las labores agrícolas. La mayor parte de las tierras estaban en propiedad de la nobleza y la Iglesia, en régimen señorial, lo que permitía a los señores feudales cobrar rentas e impuestos a los campesinos y ejercer justicia en sus dominios. La agricultura, con una productividad muy baja, estaba dedicada principalmente al autoconsumo. Se caracterizaba principalmente por el uso de técnicas arcaicas (el barbecho) e instrumentos rudimentarios (el arado romano). También estaba sometida a los fenómenos naturales, como sequías o inundaciones, y al efecto de las plagas. La situación del campesinado era muy delicada: al bajo volumen de producción obtenido había que restarlos pagos de las rentas señoriales, los impuestos al rey y el diezmo a la Iglesia (el 10% de las cosechas). A partir del siglo XVII, algunas regiones de Europa (Países Bajos, el norte de Francia y el sur de Inglaterra) experimentaron transformaciones que mejoraron y aumentaron la producción agrícola: la introducción de nuevas técnicas (rotación cuatrienal de tierras), herramientas y cultivos. Además, el proceso de privatización y cierre de las tierras (enclosure), así como el desarrollo de un sistema de plantaciones en las colonias llevaron a la intensificación de los cultivos y al aumento de la rentabilidad para los propietarios.


Industria

En los núcleos urbanos, la actividad manufacturera se concentraba en talleres pequeños dirigidos por los gremios, agrupaciones de artesanos de origen medieval que controlaban, en régimen de monopoli, todos los detalles de cada oficio: compra de materias primas, número de artesanos y talleres, salarios, procesos de producción, etc. Paralelamente, en el medio rural se desarrollaba una producción manufacturera de base familiar, al margen del control de los gremios. Aprovechando los periodos de inactividad en el campo, las famalias de campesinos elaboraban productos de menos calidad con las materias primas e instrumentos propios (domestic system) o suministrados por los burgueses, que actuaban como empresarios capitalistas (putting-out system). Una vez terminados, los productos eran comprados por los hombres de negocios burgueses, quienes luego comercializaban con ellos a precios inferiores a los de los gremios para satisfacer la creciente demanda del pueblo llano. 


Comercio

El comercio vivía dos realidades distintas: por una parte, había un comercio interior, limitado por la pésima calidad de las vías terrestres y la existencia de multitud de aduanas interiores; por otra parte, había un comercio exterior, de carácter marítimo, que había conseguido un enorme desarrollo a lo largo de la edad moderna. La llegada de europeos a Asia y América les permitió iniciar una expansión colonial, que abrió nuevos mercados y agilizó los intercambios. Estos estados se disputaban el control de las rutas para obtener el monopolio comercial con ellas. Los estados intentaron proteger también el comercio mediante políticas proteccionistas basadas en el mercantilismo. Además de acumular metales preciosos, como el oro y la plata, promocionaron las exportaciones y encarecieron, mediante impuestos, la importación de productos extranjeros. La monarquía hispánica y Portugal, en el siglo XVI, e Inglaterra en el siglo XVII, fueron las potencias hegemónicas de esta nueva economía capitalista, que operaba en Europa, África, América y Asia mediante las colonias y los imperios comerciales.


FIN 

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